“ Y añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino. Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23,42-43).

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Mis hermanos, hoy, nosotros celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, Cristo Rey del universo. Nos deparamos con este Evangelio, donde el buen ladrón, según la tradición, con el nombre Dimas, ha robado el Señor.

En aquel último momento, ha pedido piedad y misericordia a Nuestro Señor, ha pedido que él se recordase de él en el paraiso, en el Reino de Él. Y Jesús dijo que, en aquel mismo día, estaría en el paraiso con él.

Parece extraño aquí, ¿no es verdad? Celebrar la Fiesta de Cristo Rey y escuchar ese Evangelio, donde se habla del dolor, de la crucifixión y de la muerte de Nuestro Señor. Pero aquí quedo muy claro por medio de las palabras de este buen ladrón: “Señor, acuérdate de mí cuando entres en Tu Reino”.

El reino del Señor no es aquí en este mundo, el Reino del Señor es en la gloria, y el Señor ha dado el Reino también para aquel hombre que se arrepintió.

Vivamos la Palabra de nuestro Rey para que podamos hacer parte de Su Reino en el paraiso

Mis hermanos, Nuestro Señor quiere darnos también Su Reino. Él es el Rey del mundo, es el Rey del universo, Él es el Rey del cielo y de la tierra. Y por supuesto, para heredarnos el Reino de los Cielos, necesitamos dejar que Él reine también aquí en la tierra, en nuestra vida, en el trono de nuestro corazón.

El trono de Nuestro Señor fue la cruz, la donación de Él, la entrega de Él mostró como fue su reinado. El reinado de Nuestro Señor no fue como acostumbramos ver en el mundo: donde el rey gobierna, manda y desmanda, pero queda solo sentando, queda solo aislado y no se involucra.

El Cristo Rey, el verdadero Rey se involucra, esta con Su pueblo, Él estuvo con Su pueblo, ha servido Su pueblo. Jesús es el verdadero Rey, porque ha servido, amó, se dono y se entrego hasta la muerte por amor por sus súbditos, por sus hijos y hijas.

Mis hermanos, nos alegremos con esta Fiesta de Cristo Rey, que Él reine aún en el universo, en el cielo, en la tierra, y que él reine en su corazón y también en mi corazón.

Vamos adherir a nuestro Rey, seamos sumisos a nuestro Rey, atendamos a Su Palabra, vivamos la Palabra de nuestro Rey para que podamos hacer parte de Su Reino en el paraiso, en el Reino de los Cielos.

Cristo es Rey, y que nosotros seamos Sus súbditos, que seamos obedientes a Él, que nosotros seamos atentos.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!