“En aquel tiempo, le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn 16, 29-32).
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¡Mis hermanos y mis hermanas, hoy es 13 de maio, día también de Nuestra Señora de Fátima! aprovecho para saludar todos nuestros hermanos portugueses que acompañan la homilía aquí en nuestro canal y decir que nosotros estamos unidos a ustedes.
El peor comportamiento del discípulo es pensar que él ya sabe todo y no necesita más aprender nada. Cuando pretendemos conocer el Señor profundamente, Él elimina esta nuestra presunción y nos pone en nuestro lugar. Jesús dijo: “Ah ustedes están convictos, están unidos, tan fuertes y ya saben de todo, va venir el momento en que dispersarse, cada uno para su lado y me dejare solo”.
Jesús enseña sobre la humildad
¡Que baño de realidad! Que lección de humildad Jesús da a sus discípulos. Hoy, la lección justamente es esta, de la humildad. Para nosotros padres, que hicimos teología, nosotros no sabemos nada aún para los consagrados que se entregarán totalmente al Señor, aún falta mucho aprendizaje en la vivencia de la pobreza, de la obediencia y de la castidad. Para los laicos, que actúan en nuestras comunidades, el camino solo comenzó, evangelizados primero para después evangelizar.
Por eso providencialmente hoy, día de Nuestra Señora de Fátima, la humilde sierva del Señor, nosotros queremos aprender cada vez más las cosas del alto, las cosas de DIos. Aún no sabemos nada, tenemos mucho que aprender.
La Virgen, que aún siendo la Madre del Señor, se hizo discípula de él junto con los apóstoles y en el cenáculo, ella estaba en la espera de la promesa del Paraclito para seguir a aprender sobre las cosas de Dios. Interceda por nosotros, Madre de Dios, Virgen de Fatima, para que nosotros nunca nos dejemos tomar por la soberbia o por la presunción, pero que nos pongamos siempre en una actitud de humildad, aprendiendo, todos los días, sobre nuestro Señor.
Sobre todos ustedes, por intercesión de la Virgen de Fátima, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
