15 Apr 2023

Usa la paz de Cristo para curar tu corazón herido

“Jesús, pues, resucitó en la madrugada del primer día de la semana. Se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciar a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y lo lloraban. Pero al oírle decir que vivía y que lo había visto, no le creyeron. Después Jesús se apareció, bajo otro aspecto, a dos de ellos que se dirigían a un pueblito. Volvieron a contárselo a los demás, pero tampoco les creyeron. Por último se apareció a los once discípulos mientras comían, y los reprendió por su falta de fe y por su dureza para creer a los que lo habían visto resucitado” (Marcos 16, 9-14).

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El Evangelio de hoy nos hace un resumen, una retrospectiva de las apariciones de Jesús resucitado. Además, nos hace ese resumen en una perspectiva no muy buena, no muy positiva debido la falta de fe de los discípulos. Jesús reprende Sus discípulos por la falta de fe, por la incredulidad y por la dureza del corazón en no creer en aquellos que ya habían vivido una experiencia con el Resucitado.

Las heridas de nuestro corazón nos cierran al don de la fe, además no existe herida que resista a la fuerza del Resucitado

Cuando nuestro corazón esta dañado de alguna forma, tenemos dificultad de percibir, y así tenemos dificultad de anunciar a Él, como nos pide el Evangelio de hoy. La paz que Jesús nos trae con Su resurrección es una paz que, primeramente, necesita sanar nuestro corazón herido, necesita sanar nuestra falta de fe.

Las heridas de nuestro corazón nos cierran al don de la fe, además no existe herida que resista a la fuerza del Resucitado, no existe herida que resista a la fuerza de Jesús, a la fuerza de la resurrección. Porque el don de la salvación de Jesús supera toda y cualquier herida, y ese es el don que nos mueve a creer, y creyendo anunciar a los demás: ¡Jesús esta vivo! “¡Ir por el mundo entero y anunciar el Evangelio a toda criatura!”

Mis hermanos, pidamos la fuerza del Resucitado, pidamos que Jesús pueda romper la barrera de nuestra incredulidad que nos impide de llevar esta buena noticia a las demás personas, aún que necesitados de esta gracia, dejemos que la fuerza del Resucitado despierte en nuestro corazón, dandonos paz y llevandonos a anunciar: ¡Jesús esta vivo!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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