“En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les dijo: ‘¿Qué me daréis si os lo entrego?’ Ellos le fijaron treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando una oportunidad para entregarlo.” (Mateo 26, 14-156).
Seducción momentánea
Amados hermanos y hermanas, nos acercamos al Triduo Pascual, pero, también hoy, la liturgia nos habla de la decisión de Judas y la traición que él comete de forma consciente. La traición no fue algo inesperado, sino una elección consciente de Judas. Él conocía a Jesús, vio los milagros que Él realizaba, las enseñanzas, pero, aun así, decidió seguir el camino de la traición.
¿Cuántas veces, en nuestra vida, hermanos y hermanas, nos dejamos seducir por los placeres momentáneos, por las cosas pasajeras de este mundo, traicionando el amor de Dios? ¿Te has parado a pensar en eso? ¿Que también nosotros podemos ser Judas en las pequeñas actitudes que tenemos en nuestro día a día? ¿Verdad? Traicionar el amor de Dios por nosotros.
Por eso, mis hermanos y mis hermanas, tenemos que ser conscientes de nuestras elecciones, porque una elección equivocada puede llevarnos al arrepentimiento, al remordimiento, como sucedió también en la vida de Judas. La historia de Judas nos desafía a reflexionar sobre nuestras propias elecciones y actitudes.
¿Somos fieles a Cristo? ¿O estamos, de alguna forma, haciendo elecciones que nos alejan de Él?
Esto es lo que necesitamos en este momento en que nos acercamos a la Pasión, Muerte y Resurrección: ¿Elijo a Cristo, elijo permanecer con Él, elijo caminar con Él, o me dejaré seducir por las riquezas, por las glorias que este mundo me ofrece?
De lo contrario, si elegimos así, podemos también tener un fin trágico, como fue el fin de Judas.
Por eso, mis hermanos y mis hermanas, sumerjamos nuestro corazón en el amor de Dios para que podamos permanecer firmes en su voluntad y jamás traicionar su amor por nosotros.
Que Dios nos bendiga y que el Espíritu Santo nos fortalezca en nuestra elección y en nuestra perseverancia en elegir a Cristo y su amor.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!