15 Oct 2021

Tomemos cuidado con el fermento de la hipocresía

“Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido” (Lc 12, 1-2).

Cuando Jesús nos advierte de que necesitamos tomar cuidado, es porque necesitamos cuidarnos, es porque, conociéndonos como nos conoce, Él sabe de nuestras debilidades, sabe que estamos siempre en la berlina, en el peligro de caernos. Y el peor es que, muchas veces, ya caemos y tampoco damos cuenta que estamos en el suelo, especialmente, si caemos en el pecado y en el comportamiento terrible de la hipocresía.

El hipócrita no ve a él mismo, él ve los demás, el error de los demás, el pecado de los demás, el problema de los demás, pero el propio error él no ve, y el poco que él ve, es mal, él ve solo como una cosa pequeña e insignificante, tanto que el pecado del otro es grande, pero de él es una debilidad. Entonces, es necesario cuidar mismo, porque la hipocresía es un fermento que eleva la masa, le da consistencia; y si nos conformamos con la hipocresía, estamos viviendo la cara más escandalosa de la fe y de nuestra religión.

Nuestra vida religiosa se convierte sosa, sin sentido y sin sabor si ella es fermentada por la hipocresía

En toda y cualquier situación humana, las apariencias engañan, pero entienda que las apariencias no engañan solo los demás, ellas engañan primero quien vive de ellas, quien esta pasando una vida se eludiendo y engañando a si propio. Una persona que es engañada sobre sí mismo, es una persona que no tiene consistencia, no tiene profundidad, no tiene vida plena, porque para mantener las apariencias tiene que trabajar. Sé que después la persona se convierte hasta profesional, se convierte una cosa normal mentir, iludir y engañar, porque ella parte siempre del presupuesto de que esta haciendo un bien para ella y para los demás.

No vivamos el engaño, pues toda y cualquier institución que esta basada en la apariencia cae en ruinas. No viva un matrimonio aparente, no viva una amistad de apariencias, donde todo parece estar bien, porque después va caer, va todo hundirse. No hay nada oculto que después no viene ser conocido.

La indecencia de la política, de la administración en varios ámbitos de la vida publica, es querer vivir de la hipocresia, es vivir de apariencias, y toda religión que vive de apariencia y de hipocresia esta condenada al fracaso. Entonces, nuestra vida religiosa se convierte sosa, sin sentido y sin sabor si ella es fermentada por la hipocresía. Pero si ella es fermentada por el amor y por la verdad, pasamos por las probaciones, por las dificultades, pero subsistimos, porque nuestra base es la verdad. Es por eso que tenemos que estar siempre basada en el Señor, y no en las mentiras e ilusiones, incluso religiosas, que muchas veces están entrando en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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