“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron” (João 1,1-5).
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Estamos en el 7º día de la Octava de Navidad, aún es navidad, aún celebramos la Navidad de Nuestro Señor. Y el Evangelio habla de esta venida del Cristo hasta nosotros, el Verbo, la Palabra, pero que ya existia antes de la creación del mundo.
Si en el Libre de Génesis, tenemos la descripción del nacimiento, de la creación, tenemos, en el Evangelio de Juan, la descripción de un nuevo nacimiento, de una creación. Por supuesto, San Juan Evangelista y Apóstol era un teólogo, entonces, él presento aquí el Verbo, la Palabra que ha venido vivir en el medio de nosotros, que vino alimentarnos, que vino ser luz y que es luz, y que estaba desde el principio.
En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios. Es decir, la Palabra era Cristo, el Verbo estaba con Dios, era Dios. En el principio, ella estaba con Dios, todo fue hecho por la Palabra para el Verbo, y el Verbo ha venido entre nosotros.
Tomemos posesión de Cristo Jesús, de la salvación, del Verbo que se encarno
Y nosotros celebramos eso, mis hermanos: el Verbo que se hizo carne y que ha venido vivir en nuestro medio. Y Él vino hasta nosotros no para humillarnos, pero para salvarnos. Él ha venido al encuentro de nuestra pequeñez, de nuestra pobreza, para enriquecernos con Su gloria. Él (el Santo) ha venido hasta nosotros para santificarnos, porque eramos pecadores, estamos en las tinieblas.
Gente, es este el gran misterio de la Navidad que nosotros seguimos celebrando. La venida del Cristo hasta nosostros ya es salvación. Tomemos posesión de Cristo Jesús, de salvación, del Verbo qeu se encarno. Tomemos posesión de este Cristo que es luz, de este Cristo que nos alimenta, que nos sacia y salva.
Al mismo tiempo, el Señor cuenta con nosotros para que nosotros también seamos luz en este mundo. Él ha venido hasta nosotros, pero no debemos cruzar los brazos y listo — “Él ya ha venido”, “Ya recibí a Él en la Navidad, en el sacramento de la Eucaristia, en los sacramentos”. Pero debemos hacer esta luz brillar a otras personas.
¡La Navidad continua ocurriendo, y que continua por medio de mí y de ti! Que la Navidad sigue ocurriendo cada vez que nosotros realizamos el bien, cada vez que nosotros compartimos el pan. Cada vez que nosotros tenemos paciencia con alguien, perdonamos alguien, la Navidad estará ocurriendo.
Que la Navidad ocurra todos los días. Hagamos la Navidad ocurrir todos los días viviendo la santidad, viviendo la Palabra de Dios y siendo luz en este mundo.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
