“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12, 15).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Hermano mío, hermana mía, el Evangelio de hoy es muy sugerente para el concreto de nuestra vida. El Señor nos está ayudando a derribar toda preocupación por acumular bienes, riquezas, materiales en este mundo.

Con el corazón libre y desapegado

¿Por qué el Señor tiene esa preocupación de ayudarnos a mirar hacia esta realidad? Porque las riquezas, los bienes materiales vividos con avaricia nos roban la mirada de la eternidad. Jesús vino a anunciar el Reino de Dios, y, al anunciarlo, ponernos en este itinerario para la vida eterna. Solo que si nosotros no trabajamos, en nuestro corazón, esa avaricia, el orgullo, el egoísmo, el individualismo y tantas realidades que nos cierran a ese horizonte de la eternidad… Y Jesús alerta a sus discípulos.

Por eso, hermanos míos, tenemos que tener también una consciencia de que nuestra vida es finita, o sea, ella pasa. La muerte es algo imprevisible, que puede llegar en cualquier momento. Es por esa razón que Jesús nos está hablando: ¿cuál es la realidad esencial para mí y para ti? ¿Es estar con los ojos en este mundo? Si tenemos esta mirada para las cosas que pasan, quitaremos nuestra mirada de las cosas que no pasan. Por eso Jesús habla, en este Evangelio de hoy: cuidado contra todo tipo de avaricia. Porque si alguien está pensando y tiene muchas cosas, no es, pierde la dirección. No perdamos la dirección, hermano mío, sino miremos hacia nuestro objetivo.

Y ahí, hermanos míos, esa preocupación exagerada de acumular bienes en este mundo genera en nosotros algo que está enfermando a la humanidad: el egoísmo, el no prestar atención a nuestro prójimo.

Jesús nos dio un mandamiento: amar a los otros como yo los he amado. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Solo que si nuestra mirada está en la realidad de acumular, acumular, acumular, perderemos de vista la vida eterna. No podemos caer en este engaño. Por eso Jesús da una orden: tomar cuidado contra todo tipo de avaricia, para que nuestro corazón se desprenda, hermano mío, de todas esas realidades y para que nos abramos a lo eterno.

Así, buscaremos aquello que es esencial para nosotros, una vida de profundidad, una vida de intimidad que nos lleve a conocer los misterios de Dios y los misterios de su Reino.

Para que, cuando llegue el momento de nuestra muerte, estemos preparados con nuestro corazón libre y desapegado de todas las cosas de este mundo. Que nuestro Señor nos ayude y que nosotros miremos fijo hacia nuestra meta.

Buscad las cosas de arriba y no las cosas de esta tierra. Que Dios nos ayude y que Él nos dé fuerza y valentía.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!