20 Aug 2019

Tengamos el reino como nuestra grande riqueza

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad les digo: el que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos” (Mt 19, 23 – 24).

Muchas veces, las personas quieren aliviar lo que Jesús hablo diciendo que no fue eso que Él dijo, pero no podemos decir que Jesús no dijo eso, porque Él dijo: “Difícilmente un rico entrara en el Reino de los Cielos”.

No es que los ricos no entraran en el Cielo, por el contrario, miremos los propios ricos del Evangelio, Jose de Arimateia y Zaqueu, que vivian en función de sus riquezas, pero se abrieron para la gracia de Dios, la riqueza mayor de ellos pasó a ser el Reino de Dios.

No entra en el Reino de los Cielos quien no tiene el Reino de los Cielos como la gran riqueza de su vida. Aquí hay una otra preocupación importante: los sentimientos que las riquezas provocan en el corazón humano. Sea la persona que tiene algunos bienes, sea la persona que tiene muchos bienes, cuidados con los sentimientos, porque son ellos que nos apartan del reino de Dios.

El primer sentimiento es la codicia. El rico es aquel que codicia tener más y nunca esta satisfecho con lo que tiene, codicia hasta lo que el otro tiene. Ser más que el otro, supera el otro es desear tener de forma desordenada y nunca conformarse con lo que tiene.

No entra en el Reino de los Cielos quien no tiene el Reinos de los Cielos como la gran riqueza de su vida

Otro sentimiento terrible es la avaricia. El amor desordenado a los bienes materiales, la valorización de la vida a partir de las cosas materiales.

El Reino de los Cielos es el reino espiritual, donde toda la materia va ser vencida, incluso, esta materia corporal que nosotros tenemos. ¡Mira, como nosotros tenemos sentimiento de rico! Nos apegamos a las cosas materiales, y tener o no tener cosas materiales nos causa tormento, preocupación y perturbación. Perder algo material es el fin de la vida para muchos de nosotros, entonces, estos sentimientos son terribles.

Otra preocupación terrible es la opulencia. La opulencia de tener las cosas, de gastar las cosas y no estar preocupado con los que no tiene. Yo veo incluso niños con el sentimiento de rico, que ponen comida en el plato y después tiran para fuera, desprecian y rompe las cosas que tiene y no están preocupados. Es la opulencia de la vida, es la persona gastar en una noche, lo que muchos en la vida toda no consiguen ganar, tampoco, no se preocupan con lo que se pasa en la vida de los demás en este mundo.

El problema del rico, hablando por medio del evangelio, es tener los ojos vendados. Solo consigue ver los bienes, las riquezas, los valores materiales; no abre los ojos para las realidades evangélicas: el amor, la humildad, la fraternidad, la compasión y el cuidado para con el otro.

Seamos ricos de valores evangélicos, para que este mundo material no nos domine.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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