Para tener la cabeza en el lugar, para tener la cabeza caminando de forma recta y directa, necesitamos tener la mente en Dios
“La joven, a instigación de su madre, le respondió: «Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista” (Mt 14, 8).
La madre Heroíades instigó su hija para bailar en la presencia de Herodes, y, después de aquella danza, Herodes concedería cualquier cosa que le pidiera. La hija no pensó dos veces y, insistentemente, hizo el pedido de la madre: “Yo quiero la cabeza de Juan Bautista”.
Entregue su cabeza a Dios, tenga su mente en Él. Cuando quitamos nuestra cabeza de Dios, ella se pierde y nos convertimos personas descabezadas, como eran estas dos mujeres. Tanto la madre cuanto la hija tenían la cabeza perdida, y dejaran llevar por la seducción, por el placer, por el gusto del dinero y el adulterio.
Cuando perdemos nuestra cabeza, perdemos el sentido de los valores, de lo que es correcto y equivocado; y aún estando en la casa de Dios, muchas veces, dejamos nuestra cabeza perderse y pervertir, dejamos que los contravalores entre nosotros.
Para tener la cabeza en lugar, caminando de forma recta y directa, necesitamos tener la mente en Dios. Pensemos en el Señor en todos los momentos de nuestra vida, pensemos con amor y ternura, entreguemos a Él nuestros pensamientos, aquello que esta maquinando dentro de nuestra cabeza, porque todos los proyectos humanos están rondando dentro de ella.
Vamos tranquilizar todo aquello que esta dentro de nosotros, tranquilicemos los pensamientos, porque ellos mandan en nuestra voluntad. Vamos tener voluntad de hacer varias cosas cuando damos margen a los pensamientos que asimilamos en nosotros. Una vez que entregamos nuestros pensamientos a Dios, pensemos como Él y tengamos la meta como la de Él.
Juan Bautista es un referencia para nosotros, la cabeza de él pone en una bandeja es una cabeza que pensó en Dios y pensaba como Él, y por eso los hombres lo eliminaron.
No tiene problema si el mundo no quiere que pensemos como Dios y hasta corte cortar nuestra cabeza, pero no podemos perderla en un mundo tan loco, que se pierde fácilmente. Que nuestra mente esté en el Señor.
¡Dios te bendiga!