15 Jan 2018

Tengamos la disposición de renovar nuestro corazón

Para acoger la Buena Nueva de Jesús, para acoger lo que la gracia del Espíritu nos trae es necesario tener la disposición de renovar el corazón

“José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel” (Mt 2, 21).

Toda la cuestión del Evangelio de hoy es porque los fariseos fueron hasta Jesús preguntar el porque los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunaban, pero, sus discípulos no ayunaban. Por una simple cuestión, porque muchos hacen solo por hacer, muchos ayunan solo por ayunar, rezan solo por rezar.

No es una cuestión de relativizar, dejar el ayuno o la oración de lado. Es necesario hacer el ayuno con el espíritu de ayuno, hacer oración con el espíritu de oración. Es necesario practicar las cosas de Dios en espíritu y verdad.

No podemos dejar que nuestra religión o ser nuestro ser religioso, sea solo una practica de rituales. Religión necesita ser espíritu y vida, necesitamos estar enteros en lo que vivimos y hacemos, porque sino, las cosas envejecen. El “envejecer” aquí no es de hacerse viejo, es perder el sabor, el gusto, el sentido, la luz.

¿Estamos haciendo por hacer? ¡No! Estamos haciendo porque eso da sentido y transforma nuestra vida. Si no renovamos nuestra disposición, nuestra voluntad, nuestro espíritu, nuestra mentalidad a cada día, vamos envejeciendo en la fe, vamos perdiendo el gusto, el sabor de vivir la propia fe.

No podemos juzgar nadie, pero estaremos muchas veces, en el “banco de reservas” solo mirando, vivenciando, no participando, porque cansamos, porque estamos paralizados o porque no tiene más sentido para nosotros hacernos eso o aquello, porque nuestro corazón envejece y no se convierte nuevo.

Cuando no tenemos un corazón nuevo, un espíritu renovado, una disposición nueva, una mentalidad nueva, no conseguimos acoger lo nuevo.

Fue eso lo que sucedió con los fariseos, con doctores de la Ley e muchos la época de Jesús. Ellos tenían la disposición, pero la vieja disposición. Ellos tenían una voluntad, además, una voluntad vieja y paralizada. Y cuando la Buena Nueva llegó, quien estaba con el corazón viejo recibió la Buena Nueva y estropeó. Por eso, Jesús da el ejemplo del vino nuevo, porque para vino nuevo los odres tienen que ser nuevos, sino aquel odre que esta viejo estropea el vino nuevo.

Para acoger la Buena Nueva de Jesús, para acoger lo que la gracia del Espíritu nos trae, es necesario tener la disposición d e renovar el corazón, la mentalidad, renovar lo que somos por dentro para que posamos acoger la novedad de Dios.

Dios no nos renueva porque, muchas veces, no nos dejamos ser renovados, transformados por la gracia y por la novedad del Evangelio que hace nueva todas las cosas.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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