“En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y rezó, diciendo: Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste” (Jn 17, 22-23).

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Siga la oración de Jesús en el capitulo 17, del Evangelio de San Juan. Una hermosa oración que Jesús hizo antes de Su entrega total por amor a Sus discípulos. Y la oración de Jesús sigue, Él pide: “Yo en ellos y tu en mí”. El Padre esta en el Hijo, el Hijo esta en nosotros, entonces, nosotros somos la visibilidad de Dios.

¡Que responsabilidad nosotros recibimos! Voy repetir: “Yo en ellos y tu en mí”; es decir, el Padre esta en el Hijo, el Hijo esta en cada uno de nosotros. Por eso, somos esta visibilidad de Dios, somos el medio por el cual Dios eligio para presentase al mundo. Por so, todo en nosotros debe hablar de esta comunión intima de amor que Dios tiene para con cada uno de nosotros.

Para hablar de la unidad de la persona de Jesús, tu sabes que existe en la teología un termino llamada “unión hipostática”. Un nombre bonito, parece extraño para algunos, pero la unión hipostática es la unión de las dos naturalezas en la persona del verbo, Jesucristo – la naturaleza divina y la naturaleza humana están unidas en Jesús.

Ahora, para hablar de la unidad de las personas en la Santísima Trinidad, tenemos un movimiento; es una otra palabra, llamada “Pericorese”, eso esta en la teología trinitaria. La Pericorese es una palabra difícil, pero ella nos habla de la circulación de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Todo en nosotros debemos hablar de esta comunión intima de amor que Dios tiene para con cada uno de nosotros

Lo que circula en el interior de la Santísima Trinidad es ese amor. Aún de mantener sus identidades — el Padre es el Padre, el Hijo es el Hijo, el Espíritu Santo es el Espíritu Santo — , pero las tres personas, cada una de ellas esta totalmente en otra, cada una de ellas es reflejo de la otra.

Por eso, nosotros nos vemos viendo esta explicación de la Santísima Trinidad y sobre las naturalezas en Jesucristo, para llamar atención a nuestra responsabilidad. Ese misterio de amor esta dentro de mí y dentro de ti. Fue ese misterio que Jesús puso dentro de mí y de ti, cuando Él eligio vivir en nuestro corazón. ¡En realidad, yo dije estos elementos aquí para que tomes consciencia que Dios vive en ti!

Convirtámonos en una pasaje de amor de Dios para que cada ser humano experimente ese amor. Por eso, nosotros somos consagrados enteramente a ese amor de Dios y debemos dejar que todo en nosotros sea la visibilidad de Él. Entonces, tus gestos, tus palabras, tus sentimientos, todo necesita reflejar Dios, porque tu eres ese reflejo de la Santísima Trinidad — del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; estas tres personas que viven dentro de nosotros por la gracia de nuestro bautismo y somos morada de Dios.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!