“En ellos se verifica la profecía de Isaías: Por más que oigan no entenderán, y por más que miren no verán. Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón… Pero con eso habría conversión y yo los sanaría.” (Mateo 13,14-15).
Mis hermanos, Jesús fue cuestionado por Sus discípulos por el motivo por el cual Él, entonces, hablaba en parábolas. Y Jesús dijo que ellos fue concedida la gracia de comprender la Palabra, de comprender las parábolas. Por eso que ellos conseguirán, entonces, hacer un camino de santidad, porque comprenderán las enseñanzas de Nuestro Señor, pero la otras no.
Pero, ¿Dios simplemente cerro el corazón de algunos o de muchos para que no comprendiesen la Palabra? En realidad, no es que Dios cerro el corazón de estos hombres, pero ellos cerraran el corazón para Dios. Y en un corazón cerrado queda difícil, de hecho, de Nuestro Señor entrar.
Nuestro Señor quiso y quiere entrar, y llama siempre a la puerta del corazón del ser humano, pero el ser humano necesita abrir. El Señor dijo y enseño aquí a Sus discípulos: “Sin embargo, miren, pues escuchen, no entienden y no adhieren”. Y entonces este versículo dijo exactamente eso, el motivo por el cual no consiguen comprender: “El corazón de su pueblo se convirtió insensible”.
Nuestro Señor quiso y quiere entrar, y llama siempre a la puerta del corazón del ser humano
La cuestión de aquel tiempo es también de hoy. No es la falta de anuncio de la Palabra, no es la falta de la disponibilidad de la Palabra de Dios, pero es la falta de adhesión a la misma Palabra. quien adhiere a la Palabra del Señor, consigue ver, consigue experimentar las gracias del Señor, pero es necesario tener un corazón abierto, es necesario rebajarse. Por eso que, sí, el Verbo Divino se hizo carne y habito entre nosotros. La Palabra, el Cristo, se hizo carne, se hizo gente y habito y habita aquí en nuestro medio. Es necesario también rebajarse para comprender el Señor.
Quien se rebaja y adhiere a la Palabra (semilla) lanzada por el Señor, quien se sensibiliza con Su Palabra, ese produce frutos. ¿Lo que es ser sensible a la Palabra del Señor, si no dejar y dar espacio a la Palabra de Dios, a Dios en nuestra vida?
Muchos son insensibles porque quieren poseer la Palabra, quieren entender la Palabra simplemente con el intelecto, simplemente con la cabeza. En realidad, nosotros debemos dejarnos poseer poe la Palabra. ¡No es poseer la Palabra, pero dejarnos poseer por la Palabra, dejarnos poseer por el Cristo!
Que nosotros podamos dar este paso, que nosotros podamos tener, entonces, ese corazón sensible: “¡Yo quiero, Señor. Yo acojo! El Señor se rebajo, yo también me rebajo para estar contigo. ¡No quiero simplemente acoger el Señor y entender todo del Señor y querer.. pero quiero adherir al Señor y quiero que el Señor haga, sí, parte de mi vida. Haga parte, Señor, de nuestra vida!”
¡No querer poseer la Palabra, pero ser poseido por la Palabra, es ese paso que nosotros necesitamos dar!
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!