“Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios” (Mc 12, 17).
Amados hermanos y hermanas, miren que los fariseos y partidarios de Herodes quisieron poner Jesús en una situación difícil, más que difícil, ellos quisieran usar de hipocresía para el Maestro: “¿Es licito o no pagar el impuesto a Cesar?”.
Querían que Jesús se pusiera contra el pagamento de los impuestos, de las tasas, de todo el poder opresor que el imperio romano ejercía sobre los pueblos que dominaban, el pueblo de Israel. Del otro lado, también querían ver de Jesús si Él estaba de acuerdo con un cargo pesado como aquel. Ni una cosa ni otra, cada cosa en su lugar a su tiempo.
Cuando Él pide la moneda, pregunta a ellos lo que están viendo en la moneda. Allí están viendo la esfinge de Cesar y la respuesta del Maestro: ” Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”, es para situarnos en el mundo y en el tiempo en que estamos.
Si vivimos en un mundo que tiene sus leyes, su organización, sometemos al mundo que estamos. El mundo tiene impuestos, reglas y leyes, algunas son justas, otras ni tanto, pero estamos allí, así tiramos la regla del juego. Eso es importante para la orden social, para la organización, para la disciplina. Hasta podemos discordar, pero dejar de cumplir no.
Aquello que es de Dios no se da a cesar, no se da a los hombres
Miramos la constitución de un país, hay pontos convergentes, pero todos somos sumisos a la constitución del país donde estamos. Es justos que una sociedad pueda incluso organizar para cuestionar y revisar puntos que no son sensatos de las leyes municipales, estaduales, federales y así por delante. Lo que jamás nos da el derecho de dejar de cumplir las leyes, las obligaciones, las normas de la empresa que trabajamos, del lugar que estamos.
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Es necesario dar a Cesar, es necesario dar aquel que esta allí lo que es de derecho. Lo que es derecho de un ciudadano es cumplir las leyes obligaciones que guía la organización en la cual él hace parte, sea el país o cualquier otra entidad.
Es necesario dar a Dios lo que es de Dios. A Dios la alabanza, el honor y la gloria. Y lo que es de Dios no se da a Cesar, no se da a los hombres. Solo Dios merecer nuestra alabanza, nuestra adoración y el lugar que es de Él.
Y ningún hombre se equipará a Dios, se pone en el punto de Dios. Ningún culto que damos Él podemos dar a los hombres. No es solo una cuestión de dar a Cesar, es una cuestión de dar a Dios lo que es de Él. Muchas veces, cumplimos nuestras obligaciones civiles, pero no damos a Dios lo que es de Él propio.
¡Dios te bendiga!