La burla de los jefes y soldados
“En aquel tiempo, los jefes se burlaban de Jesús, diciendo: “A otros salvó, que se salve a sí mismo, si de verdad es el Cristo de Dios, el elegido.” Los soldados también se mofaban de él, se acercaban, le ofrecían vinagre y le decían: “Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.” Encima de él había un letrero: “Este es el rey de los judíos” (Lucas 23,35-43).
Rey del universo
Mis hermanos y mis hermanas, hoy, 23 de noviembre, celebramos, con toda la Iglesia, la solemnidad de Cristo, rey del universo.
Los domingos del tiempo ordinario terminan hoy con la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Pero vamos a comprender lo que significan esos dos términos dentro de la teología y de la liturgia.
Primero, el término rey, del latín rex, aplicado también al verbo “rego”, que significa “regir”, puede también derivar del griego orego, que significa extender en línea recta.
Podemos suponer que el rey era entonces aquel que tenía la autoridad de trazar los límites de una ciudad o un territorio dentro de aquel límite fijado por las leyes. Y, en aquel territorio, en aquella franja de tierra, él gobernaba. Ese era el rey.
El significado teológico de rey del universo
El segundo término es universo, deriva de la palabra universus, es decir, todo aquello que gira unitariamente. Según los estudiosos, la edad de nuestro universo es de aproximadamente 13.800 millones de años.
Un sinónimo de la palabra universo que también conocemos es “cosmos”, es decir, todo aquello que está en orden.
¿Qué tiene que ver esto con nuestra solemnidad? Decir que Jesús es rey del universo significa que fue Él quien nos creó. Dios creó el universo y, como Él creó el universo, todo aquello que va más allá de Él, también Él puede salvar todo aquello que está dentro de Su territorio.
Nosotros no somos hijos del caos ni del azar, fuimos creados por Dios. Él nos creó, fuimos pensados, queridos por Dios para un propósito muy claro.
Permanecer en el reino de Cristo
Por eso, tengamos la claridad de que si Cristo es rey y nosotros queremos formar parte de Su reino, debemos estar cerca de Él, en Su territorio.
Debemos seguir Sus leyes, que no son una carga, sino una clara indicación de seguridad y de fidelidad. Así como el reinado estaba rodeado de murallas, Cristo también nos rodea de cariño y protección. Tengamos claro aún que, siendo rey del universo, en Él comienza todo, y todo se dirige hacia Él.
No tengamos miedo del futuro, ni nos desesperemos en medio de este mundo cruel. Cristo es el alfa y la omega, el principio y el fin de todo.
Todas las cosas ocurre para el bien de aquellos que amen a Cristo con corazón puro y sincero. Podemos rezar con toda confianza y esperanza: “Señor, venga tu reino, porque tu reino es un reino sin fin, es un reino de amor, un reino de paz, un reino de justicia”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!



