“En aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle” (Lucas 9, 7-9).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Mis hermanos y hermanas, hoy la Iglesia celebra la memoria de estos dos mártires, San Cosme y San Damián.
Herodes tiene la conciencia perturbada al oír hablar de Jesús como si fuera Juan Bautista resucitado de entre los muertos. Recordemos aquí que Juan Bautista había sido, en vida de Herodes, el despertador de conciencia o el perturbador de su conciencia moral que estaba dejada de lado, entregue al error, manchada por el pecado del adulterio.
Esperanza de cambio de vida
El texto dice que Herodes se quedó perplejo o perdido. De cierta forma, esto es señal de que aún había dentro de él alguna esperanza de cambio de vida. A veces, nuestros momentos de crisis son señales de que nuestra conciencia todavía actúa como forma de protección de nuestra conducta. Peor sería si viviéramos inmersos en una situación de pecado, por ejemplo, y eso no nos causara ningún arrepentimiento o perturbación.
Como ya decía la Doctrina de la Iglesia, la conciencia es el núcleo más secreto, es el sagrario del hombre, en el cual se encuentra a solas con Dios, cuya voz resuena en la intimidad de su ser. Esto es Doctrina de la Iglesia.
De nada sirve intentar olvidar los errores del pasado, encajonar en el tiempo. En algún momento, esto saldrá a la luz para ser redimido. De nada le sirvió a Herodes matar a Juan Bautista, sólo para sentirse en paz con su conciencia, pensando que así ya no tendría a nadie delante que le dijera cara a cara las tinieblas de su corazón. Sus pecados y sus errores no sirvieron de nada.
Los profetas de la conciencia tienen que ser acogidos como voz de Dios para nuestra salvación.
Como dije al principio, hoy es día de San Cosme y San Damián. Estos dos médicos que ayudaban a los enfermos aprovechando esa oportunidad para hablarles del Evangelio. Quisieron hacerlos callar, pero fue en vano. Por eso fueron perseguidos y decapitados. Se convirtieron en mártires. Los dos, Cosme y Damián, erróneamente, no son símbolos de dulces y golosinas, sino que son símbolos de la semilla del Evangelio plantada en el corazón de las personas. Que ellos intercedan por nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!