“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa” (Jn 10, 27-29).
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Mis hermanos y mis hermanas, comienzo de este final: “Yo y el padre somos uno”. En esta afirmación de Jesús, vemos cuanta intimidad y comunión existe entre Jesús y el Padre; cuanta confianza uno deposita en el otro, cuanto amor y donación cada uno es capaz de ofrecer.
¡Jesús estaba en la escucha constante del Padre, obedecía Su voz, existia entre Ellos este lazo tan profundo, son inseparables! solo que Cristo, percibiendo la necesidad que Sus discípulos también experimenten esta misma comunión, llamo esta misma realidad.
Y Cristo llama a cada uno de nosotros, porque Él quiere esta misma relación con nosotros. Porque si cultivamos con Él esta relación de intimidad, también vamos ser puestos en comunión profunda con el Padre del Cielo. Pero para escuchar la voz de Jesús — que era siempre atento a la voz del Padre — , también nosostros somos llamados a escuchar la voz de Jesús. Porque la oveja escucha la voz de su pastor.
Escuchar la voz es entrar en comunión con Cristo, es escuchar realmente de Tu corazón. ¿Y como nosotros hacemos eso? ¿Cómo escucho la voz de Jesús? Tenemos un primer medio privilegiado de escuchar la voz de Jesús, que es la oración. Entonces, pregunto para ti: ¿Cómo rezas? ¿Que espacio das para Dios, cuando estás en oración? ¿Tu oración es solo tu que hablas, es solos tu que dices las cosas para el Señor, de tus necesidades, de tus aflicciones o tu oración también es hecha de aquel momento de callar la voz para escuchar Dios?
Porque esta experiencia, esta oportunidad de escuchar a Dios en la oración tiene que pasar por estas fases; hablamos para el Señor de nuestras realidades, pero también estamos abiertos para escuchar la voz de Dios, porque del contrario no es oración.
Escuchar la voz es entrar en comunión con Cristo, es escuchar realmente de Su corazón
La oración es un dialogo, si tu oración es basada solo en tu falta, ella es un monologo, no es un dialogo. El dialogo es hecho entre dos personas. Entonces, experimenta escuchar la voz de Cristo en la oración pero también dando espacio para el silencio.
Y aquí nosotros podemos hablar sobre los elementos de la oración: la reflexión, la contemplación, el silencio también exterior de los ruidos externos, para escuchar en profundidad la voz del Señor. Ese es un medio privilegiado en que la oveja escucha la voz de su pastor, pero también existe el segundo momento que es el discipulado, es nuestra formación, sea ella doctrinal, sea ella por medio de una dirección espiritual, por medio del testimonio diario de nuestra vida, de esta forma nosotros también escuchamos la voz de Cristo que pasa por estas realidades.
Una oveja muy formada que esta atenta en aquello que habla la Iglesia, que estudia los documentos de la Iglesia, que lee sobre la propia doctrina, es una oveja también capaz de escuchar la voz de su pastor para diferenciar a ellas de las demás voces que están hoy en este mundo y emergen con mucha fuerza. Por eso nosotros necesitamos cuidar de nuestra escucha a Jesús, que es el Buen Pastor.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!