“Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor” (Mc 9, 5-6).

“Maestro, es bello estar aquí”, la traducción no es solo “bueno”: “es bueno estar aquí”, pero la traducción original es: “bello”. ¡Porque el bello quiere decir que a los ojos también da placer estar en la presencia de Dios, no es solo bueno, es bello! Fuimos creados para la belleza, para la contemplación de Dios.

Hacemos poco ese gusto de contemplar los eventos de Dios en nuestra vida. Muchas veces, nosotros vivimos básicamente de las emociones, de aquello que nosotros sentimos. Multiplicamos las experiencias, queremos cada vez más e más, asimilamos muy poco de Dios, contemplamos muy poco lo que Dios hace en nuestra vida. Y es una atención que necesitamos dar para nuestra experiencia de espiritualidad y de fe, porque el mundo corre muy veloz, las experiencias son muchas. En un día, en una jornada, tu vives muchas cosas, pero, con Dios, necesitamos aprender un poco más de esta dimensión de la contemplación, dejar que nuestros ojos se fijan en una acción de Dios en nuestra vida y que eso pueda, en profundidad, nos ayudar, de hecho, a tocar en nuestra esencia.

Pedro dice: “Es bello, Señor, estar aquí”, los verbos “ser” y “estar” tiene una diferencia. En la traducción del griego, aquí es utilizado el verbo ser, no es “bueno estar aquí”, pero es “bueno ser aquí”, es una connotación totalmente diferente porque en Dios somos nosotros mismos, en Dios encontramos nuestra identidad, del contrario, lejos de Dios estamos fuera de nuestro lugar, estamos fuera de nuestra identidad. Dice San Pablo: “ En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos” (He 17, 28). ¡Somos solo en Dios, Él es nuestro lugar, Él es tu lugar!

El corazón humano, cuando siente la presencia de Dios, no quiere buscar otras cosas

El ser humano es bello cuando encuentra Dios, del contrario, él se desfigura cuando se aparta de Dios. En esta afirmación de Pedro, también somos invitados a recordar de eso. “maestro, es bello ser aquí. En tí, encuentro mi verdad, en ti estoy bien, estoy feliz, estoy realizado. Lejos de ti, no puedo”.

Tres carpas es la propuesta de Pedro para Jesús. Por un lado, nosotros queremos la seguridad. Cuando una experiencia es muy buena, queremos agarrar con uñas y dientes aquella experiencia para que ella no se va. Delante del miedo, queremos agarrarnos en algo o agarrar alguna cosa, no queremos correr el riesgo de perder. Por otro lado, estas tres barracas aquí recuerdan la shekinah de Dios, la presencia de Dios en el medio de los hombres. Dios acampa en el medio de los hombres, Él esta con nosotros, Él esta en nuestro medio, Él participa de nuestra vida y de nuestras realidades.

El corazón humano, cuando siente la presencia de Dios, no quiere buscar otras cosas, y Pedro dice: “Uno para tí, otra para Moises y otra para Elias”. Él no piensa solo en él, él no quiere retener aquella experiencia, pero él quiere compartirla. Pedro no sabía lo que decir porque estaba con miedo, pero no era un miedo incapacitante, era un miedo que hoy llamamos de: temor de Dios, espanto, delante de la grandeza de Dios.

¡Que nuestro corazón sea siempre así, que él se maraville con la belleza de Dios, con la presencia de Dios en nuestro medio!

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y espíritu Santo. ¡Amén!