16 Aug 2019

Sin amor nadie subsistir

“Los fariseos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés ordenó que se firme un certificado en el caso de divorciarse?» Jesús contestó: «Moisés vio lo tercos que eran ustedes, y por eso les permitió despedir a sus mujeres, pero al principio no fue así” (Mt 19, 7-8)

El tema principal de lo que escuchamos, hoy, en la Liturgia de la Palabra, de hecho, es el divorcio, porque este hace parte de la historia de la humanidad en todos los tiempos.

En el principio, Dios creo el hombre y la mujer para ser una solo una carne, y el principio bíblico es justamente ese: aquello que Dios unió el hombre no separe. Y cuando hablo “hombre” es la humanidad, porque la humanidad no puede trabajar para separar lo que la bendición de Dios constituyo.

Ha sido un trabajo duro para quitar del corazón la inestabilidad de los matrimonios. La realidad matrimonial se esta se convirtiendo desechable y quieren convertir la familia desechable. El amor es mientras dura y tenemos amores de días, de tiempos y no amor de asumir, amor definitivo, amor de compromiso.

¿Por que eso ocurre? La respuesta es el propio Jesús que da: es por causa de la dureza de nuestro corazón. En un corazón duro el amor no penetra, el amor no crece, no fecunda, no da frutos. Hay amor, pero él para en la dureza del corazón; hasta el amor que hay morir. Por eso, la vida matrimonial necesita ser trabajada en el corazón del hombre y de la mujer. ¿Donde? En la dureza que hay en el corazón.

El corazón se va endureciendo por el resentimiento, por las tristezas, por la falta de comprensión, por las cosas que nos van bien. A la medida que vamos guardando resentimientos y tristezas, todas estas cosas van endureciendo nuestro corazón.

Un corazón duro, el amor no penetra, el amor no crece, no fecunda, no da frutos

Una relación que un día prometió amor eterno se convierte insoportable, por eso es necesario más que nunca trabajar el corazón. Porque se permitimos que nuestro corazón se endurezca, realmente no vamos soportar la realidad de la vida a dos, de la vida del matrimonio. Es una vida exigente, santa y seria, por eso es necesario abrir el corazón para que la gracia de Dios este en él.

Abre el corazón por la oración. Lo que fecunda la vida de una pareja es el amor, pero es el amor que es vuelto primero a Dios. Una pareja no tiene que amar primero un al otro. Tiene que amarse mucho, porque sin amor nadie subsistir. Pero ame a Dios, abra el corazón para Él entre, para que guie y este presente.

Una de las cosas más duras que hay en la vida matrimonial hoy es que las parejas no rezan, cada uno reza en tu propio rincón, lugar, a veces incluso van a misa separados. Si las parejas comienzan a rezar juntos y pudiera hacer de eso una practica de vida, podemos tener la seguridad que es una canal para Dios no permitir que el corazón endurezca.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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