“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas” (Lucas 24, 46-48).

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Amados hermanos y hermanas, lo que nosotros hemos percibido, en este itinerario, pascual, nosotros escuchamos del Señor que Él es Aquel que nos da seguridad, es Él quien nos da, por medio de Su Palabra y Eucaristia, la fuerza para seguir, y es Él quien nos habla: “¡No tengas miedo!”.

En la liturgia de hoy, el Evangelio nos habla que, después de vivir todo eso, somos invitados por el Cristo a sernos testigos. Es diferente alguien que escucha hablar de Jesús, que ve todo lo que Él realizo, de quien Él experimenta, porque, mis hermanos, la Palabra esta diciendo: el cristo sufrirá, pero resucitara de los muertos. Y después de la Resurrección de Jesús, existe un mandado del propio Cristo para todos los bautizados, para todo los cristianos, para todos que adhieren al Cristo en sus vidas. ¿Y lo que es, padre? Ser testigo de Su Resurrección.

Él nos pide ahora: “Ustedes van ser mis testigos”

Ahora, mi hermano, mi hermana, nosotros no podemos engendrar en nuestro corazón el comodismo, el desanimo. Nosotros no podemos engendrar en nuestro corazón, la tibieza. Porque quien vive de esta forma no hay predisposición o la disposición de anunciar, de testimoniar Jesús en la vida de muchas personas.

Por eso yo dije: “Quien escucha, quien escucha hablar de Jesús, es diferente de quien Él experimenta”, porque podemos escuchar, pero aquello que no causa nada en nosotros, pero cuando escuchamos y hacemos la experiencia, engendra en nosotros vida, ¿y qué Cristo quiere que nostros hagamos después de Su Resurrección, después de Él aparecer por muchas veces a los discípulos? ¿Qué Jesús habla cuando sube al cielo? Él nos pide ahora: “Ustedes van ser mis testigos”.

¡Y cuantos de nosotros, mis hermanos, podemos ser, en la vida del otro, ese testigo de resurrección!Nosotros no sabemos sobre aquellas personas que están a nuestro lado. ¿Lo que ellas están viviendo? ¿Lo que ellas están pasando? Tal vez, estén pasando por una adversidad, una enfermedad, pueden estar pasando por una depresión, un proceso de ansiedad.

Pero cuando nosotros testimoniamos la vida nueva que Cristo viene traernos, nuestra vida, que fue impactada por la Palabra de Dios y por la Resurrección de Cristo, puede también ser señal de resurrección aquellos que se encuentran muertos debido el pecado, debido las enfermedades. ¿Y porque nosotros no podemos ser, entonces, mis hermanos, estes testimonios? Jesús nos esta pidiendo: “¡Sigue!’ Anuncia que yo he resucitado, que yo estoy vivo en vuestro medio”. Si nosotros tuvimos esta seguridad, mi hermano, mi hermana, aquellos que están a nuestro lado tendrán sus vidas transformadas. Si nosotros tuvimos esta seguridad, mi hermano, mi hermana, aquellos que están a nuestro lado tendrán sus vidas transformadas.

¿Cuál es el objetivo de la resurrección y de aquellos que experimentan el Cristo en sus vidas? ¡Es la vida nueva! Sea, mi hermano, audacioso en su evangelización, en su encuentro personal con Cristo, en la fuerza del Espíritu Santo, que puede transformar todo y todos. Que Su corazón esté abierto, que tu vida sea impactada y que tu sea testimonio de aquello que Jesús esta nos hablando en el final de este Evangelio: “¡Vos seréis testigos de todo eso!”.

Mi hermano, mi hermana, solo aquel que hace una experiencia personal con Jesús puede testimoniar todo lo que Cristo revelo para cada uno de nosotros. Que Dios te bendiga en este tiempo de testimoniar la gracia de Dios en la vida de muchas personas.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!