29 Nov 2020

Seamos siempre vigilantes

“Cada cual recibe su tarea, y al portero le exige que esté vigilante. Lo mismo ustedes: estén vigilantes, porque no saben cuándo regresará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o de madrugada; no sea que llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: Estén despiertos” (Mc 13, 35-37).

Estamos, hoy, comenzando este tiempo de gracia, que se llama Adviento. Es el tiempo de la espera. Así como el pueblo espero la primera venida de Jesús – pero muchos no estaban preparados, no estaban vigilantes en la Palabra y no reconocerán el Señor en Su primera venida – , el Señor sigue viendo a nuestro encuentro. Él vendrá de una forma definitiva para encontrarse con nosotros. Podemos estar totalmente con falta de preparo porque no estamos vigilantes, no estamos cuidando de nuestro interior.

Para ese tiempo de gracia que estamos comenzando en este domingo, hay una palabra – llave que necesita estar en nuestra nevera, en nuestra sala, en nuestro ordenador, en nuestro espejo, es la palabra vigilancia.

Vigilar significa cuidar; mira para el guardia que cuida de la seguridad del banco, de la seguridad de cualquier lugar. La responsabilidad de él es cuidar de aquel lugar, es estar atento, porque, si algo ocurrir de equivocado, la responsabilidad es de él. Él no puede dormir, no puede echar una siesta, no puede decir: “No va ocurrir nada”, porque, en el momento en que él menos esperar, ocurrir.

Necesitamos vigilar lo que comemos, lo que bebemos y vestimos

¡No podemos caer en esta imprudencia! Y estamos siendo, muchas veces, imprudentes en la vida, estamos llevando la vida de cualquier forma, estamos dejando la vida ir a la deriva y no estamos vigilando.

Vigilar es aquel que pone orden en aquello que va cuidar, y poner en orden es tener atención con las mínimas cosas, porque, a veces, un detalle hace toda la diferencia.

Es el momento de pararnos, buscarnos el juicio de la cabeza que, muchas veces, perdemos, buscar la sobriedad de los pensamientos, de los sentimientos y actitudes, para mirar lo que necesitamos poner en orden en nuestra vida. ¿Que no estamos cuidando y vigilando?

Vigilar sobre la mirada, sobre el pensar, el sentir y hablar. ¡Como somos imprudentes en lo que sale de nuestra boca, en lo que decimos para el otro! ¡Como, muchas veces, dejamos nuestros pensamientos sueltos, pensar lo que queremos y lo que podemos! ¡Como somos imprudentes incluso en nuestros relacionamientos! Ten amistades que edifican, otras no, porque nos roban y nos quitan incluso de la presencia de Dios.

¡Vigilar! Lo que edifica necesitamos llevar adelante, lo que no edificar necesitamos cortar. Necesitamos vigilar lo que comemos, lo que bebemos y vestimos, es necesario vigilar lo que vemos en la televisión, lo que buscamos en la internet.

El hombre vigilante es aquel que cuida. Así como un padre y una madre vigilante en el cuidado de la salud, del bienestar y crecimiento de su hijo, no sea diferente contigo. Cuidate, seas responsable y no dejes la imprudencia tomar cuenta de tus actos y actitudes.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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