“En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Jesús lo supo y se alejó de allí, pero muchas personas lo siguieron, y él sanó a cuantos estaban enfermos” (Mt 12, 14-15).
Los fariseos que representan la religión del rigorismo se reúnen para matar Jesús. Cuidado, porque es la religión que convierte las personas ciegas, las llevas a querer eliminar lo que las molestas, a combatir lo que que le causa incomodo. Por eso, en los días de hoy, cuando vivimos una religión hipócrita y farisaica, donde nos ponemos por encima de la Ley e, muchas veces, incluso de Dios, estamos percibiendo como unos quieren eliminar el otro por la acusación, porque no piensan, no rezan no hacen como ellos.
Retiremos de estas discusiones, de este tipo de acusación, no tiremos cosas buenas a los perros ni perolas a los cerdos. Hagamos como Jesús: no perdamos tiempo con discusiones religiosas, políticas, ideológicas, en vano e inútiles. No perdamos tiempo con ese mundo farisaico, no juzguemos nadie por ser fariseo, para que ese fariseo no seamos nosotros.
Necesitamos hacer como Jesús: nos retirarnos, porque las multitudes están sedientas y carentes de Dios, las personas están sedientas de ser evangelizadas, amadas, pero están perdiendo tiempo con lo que no las lleva a nada. En verdad, lleva sí.. Lleva a división, acusación, a las peleas y discusiones. ¡No perdamos tiempo con estas cosas! Necesitamos tener el Espíritu de Jesús, que no se dejo molestar, Él simplemente se retiró.
Todo que necesitamos es ser canal de la presencia de Dios en la vida de las personas
Que nos retiremos de grupos, de discusiones en las redes sociales, de grupos que provocan más discordia que amor a Jesús y al próximo. El amor no tiene distinción, el amor no es de centro, de derecha, de izquierda; el amor es para con todos.
Necesitamos ser presencia amorosa de Jesús en la vida de las personas, como Él mismo fue, como Él mismo no se dejo guiar por quien tiraba a Él de un lado para el otro. Él se dejo guiar por el Espíritu del Padre.
Ese Espíritu debe estar en nosotros, para que nosotros también seamos ungidos por Él. Ese mismo Espíritu que ungió, guió y llevo Jesús para cuidar de las multitudes.
Hay una multitud hambrienta, sedienta y deseosa de Dios, necesitando de amor, misericordia y cuidado. Seremos el canal de sanación de Dios, y no seremos instrumentos ni instrumentalizados para llevar las personas para la discordia, para la desunión y para los conflictos tan comunes en nuestros tiempos. Todo que necesitamos es ser canal de la presencia de Dios en la vida de la personas.
¡Dios te bendiga!