“Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: “Ustedes serán libres”»?” (Jn 8, 31-33).
Miren, mis hermanos, Jesús esta en dialogo con aquellos judios que habían creído en Él; y miren aún la dificultad para poder acoger esta Palabra de Jesús, que es transformadora, libertadora; que causa en nuestro corazón una liberación.
Es duro aceptar que nosotros no somos, de hecho, libres. Es muy difícil aceptarnos que somos, muchas veces, dependientes afectivamente, emocionalmente; dependientes de cosas, de bienes materiales, de cargos, de personas; de drogas: alcohol, cigarrillo.. Es muy duro para nosotros admitir que tenemos un apego, una conexión con estas cosas.
Y es más difícil aceptarnos que tenemos una dependencia total de Dios, porque nosotros tenemos ese vicio de pensar que somos independientes, de creer que no necesitamos de Dios, pero nosotros somos totalmente dependientes de Él. Nosotros deberíamos sí sernos totalmente dependientes de Dios y liberarnos completamente de las otras esclavitudes. Pero llega un punto en que nosotros tenemos de rendirnos, tenemos de dar nuestro corazón a Cristo, para que Él realmente nos libere en la raíz, porque hay mucha gente viviendo en la ilusión de pensar que es libre, hay mucha gente viviendo hoy lo que acostumbro llamar de “EPP” – que es el “Engaño Propio Profundo”.
¡La Palabra de Jesús tiene el poder de hacer de ti una persona verdaderamente libre en el corazón, en el alma, en los pensamientos, en los sentimientos; libre para Dios!
Las personas están engañadose pensando que son libres, pero no es; piensan que haciendo lo que quieren, en el momento que quieren, de la forma que quieren, están manifestando su libertad. ¡Que tragedia! Esto es un escondite porque es el culto de la propia imagen, es la ostentación de una falsa libertad, de un poder, que, en realidad, no existe y puede romperse a cualquier momento.
La libertad no viene de mi mismo, de mis fuerzas, de aquello que conquisto; ella no viene de una ideología, de una victoria en una batalla… ¡Eso no es libertad! Pues la libertad viene de una persona, y esta persona es Jesucrito! La libertad viene de aquel único y capaz de hacer nuestro corazón libre, porque solo Jesucristo es el portador de una palabra honesta, transformadora; de una palabra terrenas. Solo Jesús puede hacernos verdaderamente libres, hijos de Dios, que es nuestra identidad.
Entonces, hoy, pidamos al Señor la gracia de que su palabra realmente libere nuestro corazón. Yo no sé qual es la situación en la cual te encuentra, en la cual te ves prisionero, esclavo, dependiente… Pero yo sé que la palabra de Jesús anunciada y proclamada ahora, ella tiene el poder de libertar a ti; ella tiene el poder de hacer de ti una persona verdaderamente libre.. ¡Libre en el corazón, en el alma, en los pensamientos, en los sentimientos; libre para Dios!
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!