“Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los Judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas” (Jn 10, 22-26).
Que afirmación dura: “No eres de mis ovejas”. Afirmación dura, porque, en realidad, no es Jesús quien esta afirmando. Jesús solo esta reconociendo que muchos corazones adhirieron Su Palabra, muchos corazones no reconocieran en Él el Mesias. Y eran personas sabias, personas entendidas en la Sagrada Escritura, versada realmente en la Sagrada Escritura, y tenía incluso mismo el poder y la capacidad de transmitir la Palabra de Dios. Eran doctores de la Ley, eran escribas y fariseos, personas que estaban en el contexto religioso.
Eso habla mucho para nosotros, porque, muchas veces, nosotros también somos así, somos sabios en la Doctrina, pero somos analfabetos en el discipulado, no adherimos a Jesús de corazón y de alma. Sabemos muchas cosas, sabemos incluso mismo el Catecismo de A a Z, pero el discipulado, muchas veces, es muy débil. Tenemos determinados comportamientos que no dicen sobre un discípulo de Jesús, tenemos reacciones o incluso determinados comportamientos que se contrastan radicalmente con los valores del Evangelio.
El discípulo de Jesús necesita esforzarse, necesita madurar, necesita pasar por várias etapas de preparación
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Estos judios dicen a Jesús: “Nos habla abiertamente si es el Mesias”. “Abiertamente”¿Qué más ellos necesitaban? ¿Y las obras de Jesús? ¿Qué Jesús hacia? Estas obras del Señor que no fueron acogidas, que no fueron por ellos tocadas, y Jesús estaba allí todo el tiempo siendo los ojos del Padre, los brazos del Padre, la voz del Padre, y lo que Dios hacia, Jesús hacia igualmente, pero ellos no fueron capaces.
Las obras de Jesús necesitaban ser discernidas, necesitaban ser tocadas, necesitaban ser vividas, pero eso da trabajo. Eso es cosa de discípulo que quiere quedar cerca del Maestro, eso requiere tiempo de preparación. Y nosotros, muchas veces, mal acostumbradas con respuestas listas, no queremos trabajo, no queremos esfuerzo; el discípulo de Jesús necesita esforzarse, necesita amadurecer, necesita pasar, necesita pasar por várias etapas de amadurecimento en la fe y de crecimiento, y eso exige una renuncia, exige un esfuerzo de nuestra parte.
Debemos y necesitamos descubrir Dios en los hechos, en sus obras, en el mundo, saber como Él actúa, como se pone en este mundo, como Él se revela. Eso es un trabajo arduo, por eso necesitamos ser maestros de discipulado. Muy bien que la Doctrina nos ayuda, muy bien que nosotros necesitamos conocer el Catecismo de nuestra Iglesia, necesitamos dedicarnos, estudiar, formarnos para que nuestra fe tenga aún más convicción. Pero necesitamos de un encuentro personal con Jesús, necesitamos de una relación personal con Él, necesitamos ser discípulos en aquello que toca la dimensión de la intimidad, de la cercania con el corazón de Jesús y con Sus obras, para que el mundo crea realmente que nosotros seguimos a Él.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
