16 Jul 2023

Sea un buen terreno para acoger la Palabra de Dios

“En aquel día, Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago. Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno” (Mt 13, 1.3-8).

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Mis hermanos y mis hermanas, es la parábola que es tan conocida del sembrador que Jesús contó a Sus discípulos. Y, en el evangelio, se presenta esta siembra que cae en cuatro tipos diferentes de tierra, y nosotros necesitamos mirar a cada uno de ellos y confrontarnos.

El primer suelo es a la orilla del camino. En griego, “pára-hodos”, quiere decir al lado, estar cerca, y muestra el resultado: “Los pájaros las comieron”. Este es el tipo de comportamiento de cuando alguien no trae el mensaje del Evangelio para dentro de la propia vida, pero deja la Palabra de Dios suelta, paralela en su conducta de vida; cerca, pero no dentro del corazón. Y lo que no se pone dentro del corazón es fácilmente robado. Ese es el primer terreno que se presenta.

El segundo es el suelo rocoso; en griego, “petrodés”, viene después derivado del latim de “petros”, que quiere decir piedra.Es justamente lleno de rocas. Había poca tierra en aquel terreno y la semilla germino rapido y el sol la quemó, nos habla el Evangelio.

Es aquel terreno que sabe transformar todo que recibe de Dios en gracia fructuosa y no solo para sí mismo

Aquí, esta señalizado para nosotros el peligro de la superficialidad, de nuestros inmediatismos. Son personas que se convierten ayer, y hoy ya quieren salvar el mundo. Ni salvo ella misma, pero quiere que todo el mundo se salve, y pone todo a perder. Porque el resultado es quemar etapas, y aquí es “quemada por el sol” [cuando el sol apareció, las plantas quedaran quemadas] — es justamente lo que el Evangelio nos habla. Si nosotros queremos quemar etapas, muchas veces, somos quemados por esta elección que hacemos.

El sol aquí es el sol de la exigencia de una vida cristiana, que necesita ser profunda, construida poco a poco. No podemos querer dar un paso mayor que nuestras piernas. La vida cristiana se hace construyendo.

El tercer terreno es de los espinos — Estos espinos crecieran más que la semilla y sofocaron. Existe, dentro de nosotros, joyo y trigo, ya nos hablaba Jesús. Si nosotros vamos dejando crecer más el pecado dentro de nosotros, nuestra dimensión buena sofocada. Por eso nosotros necesitamos crecer mucho en el aspecto espiritual.

Hoy en día, se piensa solo en crecimiento humano, económico, realización personal, bienestar, salud del cuerpo, pero no se piensa en el crecimiento espiritual. Por eso cuidado para que no seamos sofocados con otras preocupaciones mundanas y descuidamos de nuestro crecimiento en Dios.

El último terreno es tierra buena. En griego, en la verdad, “kalós”, que quiere decir “la tierra hermosa”, es aquel corazón que esta abierto para Dios, es aquella tierra que quiere el amor de Dios, que quiere ver a él crecer cada día dentro de tu corazón. Es aquel terreno que sabe transformar todo que recibe de Dios en gracia fructuosa, y no solo para sí mismo, pero para todas las otras personas.

Estos son los cuatro terrenos donde la Palabra de Dios fue sembrada, pero nosotros necesitamos llegar a ese cuarto terreno que es el terreno bueno, donde la Palabra de Dios cae y da frutos.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

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