“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente. Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa” (Mateo 5, 13-15).
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Jesús es siempre muy pedagógico en Sus enseñanzas. Y, hoy, Él utiliza de estos dos elementos: sal y luz; para enseñar como debe ser el actuar de Sus discípulos en este mundo.
Los discípulos de Jesús necesitan ser como la sal. La sal, como nosotros sabemos, además de dar sabor a los alimentos, él también puede ser utilizado como un conservante. La sal preserva los alimentos de la corrupción, los preserva de echar a perder.
Ser sal de Cristo, en este mundo, es vivir siendo ejemplo de santidad, es ser testimonia concreta de vida santa, en medio al mundo de muchas corrupciones. Ser sal es enseñar la doctrina de Cristo con la propia vida. Porque no basta enseñar la doctrina de Cristo solo con las palabras, es necesario, por encima de todo, edificar el mundo con la sal del ejemplo.
¡Lo que convirtio los primero cristianos no fue la novedad de una doctrina, pero fie la vida de aquellos que supieron poner en practica esta novedad! Primero, ellos experimentaran la sal , la vida nueva de santidad y de caridad; tuvieran sus vidas tranquilas con este sal, con este nuevo sabor. Fueron conquistado por el sabor de la alegría, de la paz y, a partir de entonces, se abrieran a la luz de la doctrina, conociendo los misterios de la gracia que mueve la vida cristiana.
Ser sal es enseñar la doctrina de Cristo con la propia vida
La doctrina cristiana no es solo una idea, teo rías, pero, por encima de todo, ella es vida y debe ser vivida. Porque se la doctrina cristiana es solo una idea, solo una teoría, ella va ser como ese sal que pierde su sabor y que se convierte sin sal. Y si el sal se convierte sin sal, no servirá de nada, aún no ser para ser tirado y humillados por los hombres.
La doctrina cristiana no puede ser vista como algo impracticable, una moral muy lejos de ser lograda, pero la doctrina cristiana necesita ser vista y comprendida por medio de nuestra vida, como algo posible y lograda. ¡Solo así la sal tendrá su función de dar sabor y preservar!
La santidad de vida de muchos hombres y mujeres, el ejemplo de los santos, es ese sal que tiene preservado este nuestro mundo de ser totalmente corrompido, de perderse totalmente. La sal preserva.
La vida santa es ese condimento que, a veces, parece ser poco, delante de una realidad tan grande de nuestro mundo – y, a veces, es incluso imperceptible. Pero, aún siendo poco, es capaz de dar sabor y preservar generaciones enteras de la corrupción del pecado.
Seamos, mis hermanos, sal y luz de Cristo, así como Jesús nos enseña. Seamos testimonio de una vida santa, que da sabor y que preserva e ilumina la vida de muchos.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!