31 Jul 2020

Sea profeta en tu casa

“Entonces Jesús les dijo: Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su patria y en su propia familia. Y como no creían en él, no hizo allí muchos milagros” (Mt 13, 57 – 58)

Fue en Su Propia casa – cuando hablo “casa” es, justamente, Sus propios parientes – en el medio de ellos, donde Él fue creado en Nazaret, que Él no fue acogido, amado y acepto. Por eso Nazaret no puede testimoniar los milagros de Jesús, que es Su presencia amorosa en el medio de ellos.

En Nazaret, Él hizo pocos milagros porque pocos fueron lo que, de hecho, acogieron a Él. Cuando Él dijo que un profeta no es estimado en Su propia casa y en su familia, Él esta diciendo lo que no debería ser, pero el contrario que debería ser.

Un profeta necesita ser profeta en casa, en la familia, y sabemos que tenemos dificultad de ser profetas en casa, y no podemos dejar de ser. Padre y madre tiene que ser profetas dentro de su propia casa; y los hijos de la misma forma. La profecía y el Reino de Dios tiene que ocurrir dentro de nuestra casa.

Sé que es más facil escuchar las personas de fuera, es más facil para ti escuchar el padre Roer o otro padre que no vive o habita contigo. Gracias por acogernos, pero tu necesita acoger aquel profeta que esta dentro de tu casa.

Tengo que decir a ti: “Esposa, escucha tu marido y tus hijos”. “Marido, escucha tu esposa y tus hijos y, por fin, se escuchen mutuamente. Porque cuando no hay escucha, engendra incomprensión, discusiones, acusaciones y muchos otros males.

No tenga miedo de ser profeta entre los tuyos, aún que tu no seas, muchas veces, recibido y comprendido

Cuando la casa, la familia, acoge un al otro, acoge las debilidades (porque creemos que por causa de las debilidades, de aquello que hacemos, no vamos escucharnos, no vamos dar oído, por el contrario), el corazón experimenta los milagros de Dios cuando sabemos acoger la debilidad del otro, cuando sabemos acoger lo que viene del otro.

Si queremos recibir el Reino de Dios, la primera cosa es saber acoger. Sepa acoger y recoger los de tu propia casa, de tu propia familia, y no tenga miedo de ser profeta en tu casa. No tenga miedo de ser profeta entre los tuyos, aún que tu no sea, muchas veces, recibido y comprendido.

La persona coge un coche o otros medios y va rezar en muchos lugares lejos. Haga eso, y necesitamos hacer más aún, llevar más lejos posible el Reino de los Cielos. Pero no hagamos eso en casa, no rezamos con los nuestros, no predicamos para los nuestros, no reflexionamos la Palabra de Dios entre nosotros; la casa no consigue reunirse ni para hacer una oración durante la comida, no consigue uno rezar por el otro.

Vemos parejas predicando la Palabra de Dios para todos los lados, pero lo que menos vemos son parejas rezando uno por el otro, rezando con el otro, uno poniendo la mano en la cabeza del otro y llevando la gracia de Dios para su primer lugar. Vemos llevando la Palabra para los hijos de los demás, pero lleve también para los tuyos.

Sea profeta en tu casa, en tu familia, y vas ser el gran testimonio que vas a dar para muchas otras casa y familias.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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