“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos – predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt 10, 7-13).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Hoy, también celebramos la vida de San Bernabé. ¿Quién es San Bernabé? José, a quien los apóstoles llamaban Bernabé, significa “hijo de la consolación”. Y este hombre, hermano mío, hermana mía, era virtuoso, lleno del Espíritu Santo y de fe, y exhortaba a todos a perseverar con corazón firme en el Señor.

El Evangelio comienza diciendo que Jesús dice a los discípulos: “En vuestro camino, anunciad: ‘El Reino de los Cielos está cerca’”, a ejemplo de Bernabé, que exhortaba y, con firme convicción, predicaba y anunciaba el Reino de los Cielos. ¡Firme convicción! Esa firme convicción que nos hace perseverar en el amor de Dios.

Muchos cristianos se están enfriando porque ya no tienen firmeza, ya no creen, de forma profunda, en el cambio que Cristo realiza en nosotros. Y esto ha generado cristianos más o menos fríos. Cristianos que, en la primera tribulación o en la primera tentación, ya están renunciando a Nuestro Señor, pero vemos en Bernabé un hombre convencido y firme en el Señor. Por eso Jesús dice: “¡Predicad el Reino de los Cielos! ¡Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, purificad a los leprosos, expulsad a los demonios!”.

¡El Reino de Dios está cerca!

Yo estaba en Portugal, en Fátima, y había una mujer de Filipinas que estaba con la mirada baja, una mirada triste. ¡Y estaba en la Capillita de Nuestra Señora de Fátima! Yo miraba a esa mujer, pero solo sabía hablar un poco de inglés, no sabía mucho. Entonces, le dije al Señor: “Señor, esta mujer no está nada bien”. Y ella se quedaba rodeándome.

Cuando algunos otros peregrinos pasaron y me pidieron que los bendijese, comencé a bendecirlos, hasta que ella llegó. Entendí, en su inglés, que ella quería recibir oración. Jesús dijo: “¡Anunciad el Reino de los Cielos! ¡Curad a los enfermos!”. Le dije a ella, en el poco inglés que tenía, que rezaría por ella en portugués. Pero yo sé que es el Espíritu Santo quien lo hace. Le impuse las manos a esa mujer y ella comenzó a desplomarse en llanto.

Percibí que Jesús, a través de su Santo Espíritu, estaba curando a esa mujer. Él dijo: “¡Anunciad el Reino de los Cielos!”, es decir, el Reino de los Cielos está cerca, “y curad a los enfermos”. Esa mujer estaba enferma, no físicamente, sino del alma, algo estaba quitándole la paz. En la osadía del Espíritu, extendí mis manos sobre ella y pedí el Espíritu Santo, y Él realizó la obra en su corazón.

Dios puede realizar también esa obra de salvación en tu vida si tienes la firmeza de Bernabé y la osadía de creer que el Reino de Dios está cerca, y este Reino es el propio Jesús que está en medio de nosotros. ¡Acéptalo y tendrás tu vida transformada por la gracia de Dios!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!