“En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: Realiza pronto lo que tienes que hacer”(Jn 13, 27).
Em este martes de la Semana Santa, nosotros nos ponemos en la condición de discípulos de Jesús y miramos la debilidad, los peligros que corremos como seguidores de Jesús si no seguimos en Espíritu y verdad. Los dos discípulos, sobre los cuales contemplamos, en la Palabra, la debilidad es para nosotros señal de alerta: quien esta de pie tenga cuidado para no caer.
Judas Iscariotes era discípulos de Jesús como los demás, era administrador de los bienes que aquel grupo tenía, pero él concentro sus ojos en los bienes y en el dinero, pero no concentro su corazón en Jesús. El dinero hablaba más alto para él que el Maestro Jesús. Estaba en la mesa cenando con Jesús, recibiendo el pan como los demás recibieran, que para nosotros se convierte en la Eucaristía, el Cuerpo del señor. Judas no ha podido reconocer, no ha podido entrar en la comunión, porque él tenía otra ambición en su corazón. En el momento que recibió aquel pan, en el lugar de recibir la gracia del Espíritu, él dejo satanás entrar en su corazón.
¿Qué cuidado debemos tener, nosotros que recibimos la Eucaristía, que recibimos la Palabra de Dios, nosotros que rezamos, que hablamos de Jesús? Cuidado, porque en la misma boca que entra Jesús, Él puede salir, porque ponemos satanás dentro de nosotros con tu astucia, con tus malicias, tus errores y engaños, con nuestras vanidades, ilusiones, nuestra avaricia, nuestro amor desordenado a los bienes materiales.
Miremos la debilidad, los peligros que corremos como seguidores de Jesús
¡Cuántas personas quieren Jesús en vista de su ganancia, de su avaricia! ¡Cuántas personas quieren Jesús para sus proyectos e intereses personales! Cuantas personas no quieren servir a Jesús, pero quieren solo ser servidas por Él y usar por sus intereses. Es ese demonio que entra en el corazón de Judas.
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Del otro lado esta Pedro, aquel discípulo que siempre fue el más audaz, que se pone delante, dispuesto a dar su vida por Jesús, pero, cuando es puestos a la prueba, negó el Señor.
Muchas veces, parecemos ser corajosos y audaz, pero cuando la vida nos pone en la verdadera prueba, negamos, ignoramos, desconocemos, tenemos miedo, recelo y no estamos dispuestos dar nuestra vida por Jesús hasta la sangre, como Pedro en su debilidad se manifestó.
Que hoy aprendamos a ver nuestra postura de discípulos y seguidores de Jesús.
¡Dios te bendiga!
