“Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).
Una verdad que no podemos negar es que, en el mundo, nosotros tenemos tribulaciones. Es Jesús quien esta diciendo que nosotros la tendremos, y Él sabe todo aquello que causa tribulación en este mundo en que estamos.
¡Es un mundo de mucha inestabilidad! Es una inestabilidad emocional, económica, en las relaciones humanas.. Y todo eso engendra conflictos y muchas situaciones de tribulación en nuestro medio. La palabra final es de la tribulación, de la tentación ni de las dificultades. La palabra final necesita ser la del Señor.
La coraje es fruto de la fortaleza, y la fortaleza es la fuerza de Dios en nosotros. El Espíritu que estamos suplicando, el Espíritu que nos rendemos, que recibimos por gracia del bautismo y necesitamos cultivar, en nuestras relaciones, es el Espíritu que nos da la fuerza que viene del Alto, la fuerza para enfrentarnos, para lidiar con las tribulaciones de la vida y del mundo.
Yo tengo la convicción de que solos no podemos, no vencemos ni conseguimos. Necesitamos de la fuerza del Alto, necesitamos, más que nunca, de la fuerza del Espíritu. Yo tengo convicción de que no somos súper hombres, pero, muchas veces, queremos ser, necesitamos tomar conciencia de nuestras debilidades, pero no es para quedar lamentando, haciendo de infeliz.
El Espíritu nos da la fuerza que viene del Alto, para lidiar con las tribulaciones de la vida y del mundo
En nuestra debilidad, la fuerza de Dios nos va socorrer, pero cuando no admitimos por causa de nuestro orgullo, de nuestra soberbia, de nuestro egoísmo o de nuestras vanidades. Cuando estamos en la peor, tirados y postrados lo que Dios puede hacer por nosotros?
En la situación en que nos encontramos, nos revistamos de la fuerza de Dios y del Espíritu. Humildemente, nos postramos en la presencia de Él y reconocemos: “Señor, yo soy débil. Señor, mis debilidades son muchas. Me revista de tu coraje, porque solo así puedo vencer el mundo”. Es un mundo enorme para ser vencido, es el mundo que esta dentro de nosotros, nuestras aflicciones, nuestros miedos y recelos.
Existe un mundo a ser vencido y enfrentado a cada día. ¿Cómo vamos vencerlos? ¿Cómo vamos vencer la vida? ¿Cómo vamos caminar delante sin la fuerza que viene de Dios? Por eso, la coraje de abrirse para revestirse de la fuerza del Alto, para que la paz de Dios esté en nosotros mismo en medio a todas las tribulaciones, aflicciones y dificultades que enfrentamos en la vida.
¡Dios te bendiga!