“Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida” (Jn 6, 52-55).

Mis hermanos, la invitación que Jesús hace, la oferta de Cristo no es una invitación al canibalismo. Canibalismo, tu entiendes muy bien que es comer carne humana. Para los judios, sonaba muy extraño esta oferta de Jesús de su cuerpo, de su sangre y de su carne. Para ellos, era muy difícil comprender eso. Pero ellos quedaban pasmado por la realeza, por la definición que Jesús acaba dando sobre ese misterio de unión de Él com cada uno de nosotros.

Era una invitación, en realidad, para aceptar la vida de Cristo, no era fisicamente comer su carne o beber su sangre, pero era para entrar en una dimensión más profunda, era para acoger la vida de Cristo. Una vez que Él esta refiriéndose a su carne y a su sangre, Jesús esta diciendo: “Reciban mi vida. Reciban profundamente lo que soy en tu corazón y en la alma de ustedes”.

Aquí, entra también una cosa interesante, que es un concepto aristotélico, pero que después también fue rehecho y hecha una relectura por parte de San Tomas de Aquino, que es el concepto de substancia y accidente.

Es una invitación para cada uno de nostros examinar nuestro amor por la Eucaristia, el cuidado que tenemos con ese grande tesoro en la vida de nuestra Iglesia

Substancia es la cosa en su realidad más profunda, el accidente ya es la parte externa. Por eso que, cuando nosotros hablamos de la Eucaristia, estos dos conceptos es aplicados, porque, en la Eucaristia, la substancia es Jesús, sin embargo el simbolo externo sea pan y sea vino. Vemos pan y vino, la materia del pan y del vino, pero la substancia es Jesús. Por eso que, en la Doctrina Católica, decimos que, en aquel momento, ocurre el milagro de la transubstanciación, y no la transmaterialización. Jesús esta presente, no comemos ni bebemos de una forma simbólica, pero realmente comemos y bebemos la carne de Cristo, la sangre de Cristo. Es Jesús que esta presente, como yo dije: sin embargo en la apariencia débil del pan y del vino.

Porque es así, Jesús también se apoya en nuestra vida débil, en nuestra vida limitada, así como Él eligió la realidad débil de apoyarse en la materia del pan y del vino, Él también se apoya en mi corazón y en el tuyo.

Entonces, hoy, cuando reflexionamos ese Evangelio, es una invitación para cada uno de nosotros examinar nuestro amor amor por la Eucaristia, el cuidado que tenemos con estos grandes tesoros en la vida de nuestra Iglesia, que es la presencia perenne de Jesús todos los días vivo en la Eucaristia, para ofertar a cada uno de nosotros el don de tu vida, el don de tu ser.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!