23 Feb 2023

Retira de tu corazón todo sentimiento de egoísmo

“El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá el hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?” (Lucas 9,22-25).

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El tiempo de la Cuaresma es un tiempo para convertirnos una segura decisión en renunciar a sí mismo, aceptando nuestra cruz diaria. Renunciar a sí mismo es dejar nuestras propias voluntades que, en su mayoría, son voluntades egoístas, que validan solo los nuestros intereses personales, nuestro bienestar y nuestro comodismo.

El egoísmo es esta actitud que nos hace pensar solo en nosotros propios, convirtiéndonos la fuente y la raíz de muchos otros pecados. Y renunciar a sí mismo y tomar esta segura decisión de dejar ese amor exagerado a los propios interés para amar concretamente a Jesucristo y al prójimo, es la propuesta de Jesús durante el cotidiano.

El egoísmo es ese desequilibrio del amor de sí mismo al desprecio del prójimo

El egoísmo es la desorden del amor. La persona egoísta vive un exagero del amor a sí mismo, al punto de despreciar a Dios y al prójimo. Lo que más importa para el egoísta es su ego, por eso él no es capaz de donarse a los demás, y no se donando a los demás el egoísta no asume a su propia cruz.

El egoista hara de todo para conservar su propia vida, él hara de todo para huir del sufrimiento, aún que sea necesario despreciar la vida del otro. Jesús, al contrario, nos enseña que para seguir a Él, es necesario dejar toda desorden del amor a sí mismo, del amor a sí propio para seguir a Él y amar el prójimo, dejando toda la forma de egoísmo, todo el pensar en sí mismo para donarse al prójimo.

Jesús ha vivido el contrario del egoísmo; si el egoísmo es ese desequilibrio del amor de sí mismo al desprecio del otro, Jesús ha vivido la perfección del amor al prójimo, en el desprecio y olvido de sí mismo, donandose por entero en la cruz.

En este tiempo cuaresmal, mis hermanos, tomemos la decisión de abandonar toda forma de egoísmo en la segura esperanza de esta promesa de que, aquellos que pierden su vida por causa de Jesucristo, ganarán la vida eterna.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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