“Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.” (Lucas 9,28b-29).
Nosotros nos deparamos, aquí, con este Evangelio donde se relata la transfiguración de Nuestro Señor, Y el Nuestro Señor subió al monte para rezar, llevo consigo Pedro, Tiago, y Juan. Y, allí, su rostro brillaba, Sus vestes se convertirán blancas, fue un espectaculo aquello que los discípulos pudieran contemplar en aquello monte.
Mis hermanos, nuestro Señor nos llama para estar con Él en el monte, Jesús nos llama para estar con Él en la oración. Es necesario, sí, reservar momentos para estar con Dios, por amor a nuestro Señor. ¿Tu reservas momentos de ócio, no reservas? Reserva momentos para su comida, momentos, momentos, para vivir tu higiene personal. ¿Y aún bien, no lo es? Higiene personal, el ocio, el estudio, el trabajo, todas estas cosas son buenas, óptima, pero necesitamos también reservar momentos para estar con el Señor.
Jesús subió al momento para rezar, y llevo con Él Sus amigos. Mis hermanos, estemos con el Señor en la Santa Misa, que es ese monte donde nosotros encontramos el S~enor, donde nosotros escuchamos a Él, donde nosotros hablamos con Él. El monte del momento de oración personal, de oración comunitaria. Reserva momentos para estar con el Señor en la Palabra, esté con Él. Y deja Él, Él realiza eso sí, Él se transfigura, él se revela.
Nuestros señor habla con nosotros por medio de la Sagrada Escritura, habla con nosotros por medio de la Santa Misa por excelencia, pero es necesario estar con Él. Esté con Él. Y Nuestro Señor, Sí, Él va revelarse a ti, va revelar los planes que Él tiene para Tu vida.
Reserva un momento para estar con el Señor, deja que Él hable a tu corazón
¡Despiertate! Ama tu hermano. ¡Despiertate! Perdona, ¡Despiértate! ¡Este conmigo! Nuestro Señor te va llamar en el monte de la oración, Él va hablar sí a tu corazón , a mi corazón. Y los discípulos hicieran aquella experiencia de cielo. Y Jesús también dijo para ellos: “Mira, ahora tenemos que bajar, ¿no lo es? El hijo del hombre va ser probado, va pasar por la cruz. Ahora, seguimos nuestra camino.
Mis hermanos, nuestro Señor, muchas veces, Sí! Él se revela a nosotros, Él se transfigura a nosotros, Él habla a nuestro corazón, porque, después, vendrá la probación. Después va venir el momento difícil, pero recuerdate: “¡El Señor me dijo de la tribulación, me dijo para amar!”
Los discípulos hicieran la experiencia de cielo u hicieran una experiencia también difícil, de cruz, de sufrimiento, de dolor. Nuestra vida es así. Por eso que necesitamos siempre buscar el cielo, necesitamos siempre buscar la oración para seguir, después, los momentos difíciles. El Señor dió la gracia para aquellos hijos, y después pudieran comprender y seguir el camino.
¡Sí! Reserva un momento para estar con el Señor, deja que Él hable a tu corazón. Momento de cielo, y después baje hacia delante a las realidades difíciles, pero sabiendo que el Señor que se revelo a ti, en aquel monte, en la santa Misa, en el momento de oración, Él esta también contigo en el día a día. Y que yo y tu podamos dar una respuesta en el día a día, en la rutina, a este Dios que se revelo a nosotros, a este Dios que se revelo a ti en el monte de la oración.
Que tu también reveles ese Dios para los suyos, para que ellos también se sientan atraídos para el monte, para estar con Dios, para ir para el cielo.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!