10 Sep 2021

Reparemos primero en nuestra propia vida

“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (Lc 6, 41).

No hay cosa más cruel para nuestra vida que caer en la hipocresía, y la hipocresía es sernos ciegos guiando otros ciegos, y no solo caernos en el agujero, como también llevarnos el otro para el agujero.

Como es necesario, a cada día, purificar nuestro propio corazón. ¿Y lo que es purificar el corazón sino purificar la propia visión interior? La capacidad de mirarnos y vernos, de reconocernos lo que, de hecho, somos.

Es una tristeza quedarnos viendo el problema de los demás, el defecto de los demás, los errores de los demás y no ver a nosotros mismo, no damos cuenta y no volvemos para nuestro interior, para dar cuenta que lo que queremos cambiar en el otro no cambiamos ni en nosotros; queremos que el otro sea así, pero no nos dedicamos para cuidar ni de nuestro propio interior.

Que mal hacemos para nuestra propia vida cuando estamos trayendo para todos el error de los demás, los defectos de las personas, cuando estamos en aquellas practicas de la vida del día a día de comentar y de reparar la vida de los demás.

Que Dios nos liberte de toda la hipocresía, de la forma de mirar la vida, para que miremos primero para nuestro interior

“Hipocrita”, Jesús esta diciendo a cada uno de nosotros. Reparemos nuestra vida, miremos para dentro de nosotros. ¿Por qué estamos mirando para la paja del ojo del otro y no damos cuenta de la viga en nuestro ojo? Porque, en realidad, la viga nos ciega, es una gran ilusión que esta delante del ojo, del corazón y que no nos permite ver nuestra vida como necesita ser vista.

¿Puedo corregir mi hermano? ¡Por supuesto que puedo! ¿Puedo ayudar mi hermano? Por supuesto que puedo, pero necesito corregir primero a mi mismo, necesito ver primero a mi mismo, y no es rever con superficialidad, ni corregir siempre con aquellas disculpas. “Porque soy frágil”; somos sí, pero el gran trabajo interior es primero vernos, ver como soy visto, es mirarme en el espejo de la gracia y decir: “Mira, cuantas cosas en mí para ser vista y cambiada”.

Quien conoce a sí mismo va siempre mirar el otro en el espejo y en la gracia de la misericordia, va saber tratar el otro, los errores de los demás, el imite de los demás como fue tratado, cuidado y amado por el propio Dios.

Que Dios nos liberte de toda hipocresía, de la forma de mirar la vida, para que miremos primero para nuestro interior para corregirnos, para sernos mejores para nosotros y, sernos mejores para los demás.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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