La renuncia las seguridades humanas

“En aquel tiempo, Jesús convocó a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar enfermedades, y los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, y les dijo: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni siquiera dos túnicas” (Lucas 9,1-6).

El poder concedido para la misión

Hermanos y hermanas, la misión de anunciar es una acción mediada por la gracia divina, que exige total confianza en la Providencia de Dios y renuncia a las seguridades humanas. ¿Cuáles eran las seguridades humanas en el texto de hoy?

La túnica, el alimento, tener un lugar para dormir.

La gracia que capacita para actos sobrenaturales

La autoridad y el poder concedidos por Jesús son manifestaciones de la gracia santificante y operante que nos capacita a cada uno de nosotros para realizar actos sobrenaturales, que también capacitaban a los discípulos, por ejemplo: con curaciones, exorcismos, en el caso aquí de los discípulos, como señales de la presencia del reino de Dios.

La confianza absoluta en la Providencia

Esa gracia es un don gratuito, que obra en el alma del creyente, que obra en el alma del discípulo y exige cooperación libre y fe para que la misión sea cumplida.

El símbolo del desapego total

La orden de no llevar nada para el camino simboliza la confianza absoluta en la Providencia Divina, que sostiene la misión y suple las necesidades de los enviados. Vemos aquí, presente en este texto, una voluntad de Dios antecedente, es decir, Dios previamente desea la salvación de todos, pero vemos también una voluntad de Dios como consecuencia, que se realiza en la elección de los vocacionados, de los llamados a cooperar con la gracia.

La cooperación entre la gracia y la libertad

La misión es fruto de la gracia eficaz que Dios nos concede, para que queramos y realicemos el bien, pues, sin la gracia, no tenemos capacidad de convertirnos y cumplir la voluntad divina.

La asociación entre Dios y el hombre en la evangelización

La evangelización siempre será una demostración de la cooperación entre la gracia divina y la libertad humana.

Dios obra el querer y el actuar en el ser humano, pero respeta su libertad para aceptar o rechazar la misión.

Que la gracia de Dios, causa de nuestra alegría, causa de nuestra conversión, también nos mueva en este mundo, para que merezcamos en el futuro una vida para siempre, junto con Él.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!