18 Aug 2019

Queremos ir para el Cielo

“exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1, 42 – 43)

Hoy, el Cielo nos visita con la celebración de la Asunción de Nuestra Señor. En realidad, aquella que fue y es toda del Señor, fue asunta al Cielo en cuerpo y alma.

Aquí es una verdad evangélica muy bonita, porque, María es la nueva Eva, ella no se corrompió por la mancha del pecado. ¿Por que nuestro cuerpo de descompone? Porque él experimento el pecado, fue corrompido por el pecado. Cristo nos restauro, pero Él nos va dar un cuerpo nuevo.

El primer cuerpo salvo fue aquel que fue preservado del pecado: el cuerpo de la bienaventuranza siempre Virgen maría. Ella sirvió a Dios de cuerpo y alma, ella sirvió a Dios de todo tu corazón.

No podemos servir a Dios de otra forma, porque nosotros servimos a Dios de forma dividida, a veces seguimos a Él con la mente, con la boca, pero no ponemos nuestro cuerpo a servicio de la santidad, no ponemos nuestras expresiones corporales a servicio de los Cielos. Por eso, todo el ser de María era de Dios.

La celebración de la Asunción de María es la oportunidad de revernos nuestras proprias posturas. Queremos ir para el Cielo, así como nosotros cantamos: “Con mi madre, estaré, en la santa gloria un día”.

Queremos ir vivir con María en el Cielo, queremos que ella nos abra las puertas del Cielo

Con mi Madre, Virgen María, yo quiero estar. Yo quiero ir para el Cielo, por eso, necesito entregar mi cuerpo, mis pensamiento, mis sentimientos y todo mi ser para ser santificado. Yo necesito santificarme a cada día con la gracia de Dios.

María preservo la gracia y la gracia preservo a Ella. María fue fiel a la gracia y la gracia santifico. María vivió en función de la gracia y la gracia llevo a Ella a los Cielos en cuerpo y alma.

Nuestro cuerpo ya se mancho por el pecado, pero Cristo salvo por su muerte redentora, necesitamos ahora rescatar ese cuerpo, esta alma, ese corazón para que sean de Dios.

Miremos para la Virgen María, ella es una escuela de vida, es una escuela de oración, de donación, de entrega, de fidelidad y de amor a Dios sobre todas las cosas.

Queremos ir vivir con ella en el Cielo, queremos que ella nos abra las puertas del Cielo. Así como ella visito Isabel, yo deso que ella me visite a cada día y enseñe el camino de la santidad, enseñame como vivir todo para Dios, porque ella abrió el camino en el cuan nosotros también queremos caminar, ella fue la más fiel discípula de Jesús.

Que ella nos enseñe a sernos discípulos de Su Hijos Jesús, para un día estar con ellos en el Cielo también.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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