“Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió” (Jn 13, 20).

Jesús lavo los pies de Sus apóstoles en la ultima Cena, los lavo con amor, con señal, con el gesto más concreto de aquel que ama y sirve, porque, quien ama se pone a servicio para cuidar y tratar.

¿Quieres cosa más intima que los pies de alguien? ¿Quieres cosa más servicial que ponerse los pies de alguien? Deberíamos ponerse siempre a los pies de Dios, pero Él se puso a nuestros pies. Él se hizo de nosotros y no comenzó por la cabeza porque Él no entra por nuestra cabeza, porque somos temosos.

Dios quiere entrar por nuestro corazón, pero el corazón ya tiene muchos amores, pasiones, seducciones e ilusiones, entonces, Dios viene entrando por debajo, por nuestros pies. Él viene sirviéndonos y nos tira, nos lavando por debajo para poder actuar en todo nuestro ser, para realmente conquistarnos por entero, porque Él no quiere solo una parte de nosotros.

Dios vino para rescatar la criatura entera, porque fuimos creados a Su imagen y semejanza. Por eso, hablo que: de la punta a los pies hasta el ultimo hilo de pelo sea todo de Jesús, porque Él vino para rescatarnos por enteros.

Reciba lo que Jesús te enviar, porque, Aquel que nos ama también nos envía corrección, exhortación, amonestación, Su amor, su consuelo, Su misericordia y bondad.

No podemos ser aquellas personas selectivas en lo que es a respecto a la Palabra de Dios. Tenemos de ser selectivos en lo que estamos asimilando del mundo; selecciones y tire lo que que presta.

Quien recibe Jesús, esta recibiendo el Padre que envío a Él

En Dios tenemos que acoger lo que Él nos envía para corregirnos, nos guiar y nos formar, porque, cuando así los recibimos también estamos recibiendo a Él en nosotros.

Dios envía muchas cosas para corregirnos, Él envía muchas personas para hablar a nuestro corazón. Es Dios quien habla por medio de una homilía de una exhortación como esta; es Dios quien habla por Sus profetas verdaderos y auténticos; es Dios quien habla por las personas humildes que van, en Su nombre, llevar el Evangelio. Es Dios quien habla a nosotros por los factos, acontecimientos y, por encima de todo, por Su Palabra.

Quien recibe aquel que Jesús enviar esta recibiendo a Él; y quien recibe Jesús, esta recibiendo el Padre que envió a Él.

No hables que Dios no viene a su encuentro porque Él viene siempre, somos nosotros quien no acoge a Él, no recibimos a Él, ponemos barreras y queremos recibir solo lo que es conveniente a nosotros.

Quedo mirando las personas que quedan tirando aquellas palabras que viene en aquellas cajas de oraciones y palabras bíblicas: las persona quita, entonces, si le gusta de la palabra, ella queda; si no le gusta, ella cambia, no recibe. Además, toda y cualquier Palabra de Dios es Él quien esta nos hablando.

Necesitamos tener el corazón para saber acoger, escuchar lo que Dios quiere guiar y cuidar.

¡Dios te bendiga!