“Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra” (Lucas 21, 34-35).
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Mis hermanos, Nuestro Señor sigue halando sobre Su llegada, y Él advierte, pide para tomar cuidado, porque Él viene. Por eso, si Él viene, llevemos una vida en Él, recta, confiante en Él, viviendo Su voluntad, viviendo Su Palabra.
Y Jesús dijo, sobre estos placeres y atracciones que el mundo presenta, que nosotros podemos, desgraciadamente, perdernos en los placeres. “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida”.
Que seamos sensibles en percibir el Señor que viene
¿Estamos cayendo en el exceso, en la embriaguez? ¿Estamos cayendo en las preocupaciones de esta vida? Esté atento. Que el Señor, al volver, no nos encuentre llenos de eso o de aquello, de aquellas cosas que entumecen, de aquellas cosas que nos hacen mal.
El exceso hace mal, la embriaguez hace mal, las preocupaciones exageradas con las cosas de este mundo nos hacen mal. Cuidemos del cuerpo, cuidemos del alma, pues el Señor esta volviendo. No seamos insensibles por causa de la comida, por causa de la bebida, por causa de las anestesias de este mundo, pero seamos despiertos, atentos, equilibrados, porque el Señor viene.
Seamos sensibles a las señales de Él, sensibles y apliquemos a la santidad, sensibles y percibamos que el otro nos llama a evangelizarlo, convirtamos sensibles y percibamos: el hermano tiene hambre, el hermano tiene sed, el hermano necesita de mi abrazo, de mi cariño, de mi afecto, de mi mirada, necesita de mi paciencia, necesita de mi perdón.
No seamos insensibles, pero sensibles, hombres de Dios, mujeres de Dios. Seamos sensibles en percibir el Señor que viene, sensibles a la mirada para nuestro hermano y darnos a él en aquello que es justo. Dar el pan, dar el pan de la Palabra, dar nuestro testigo, darnos a él. Esté atentos, seamos sensibles para aquel que es sensibles con nosotros.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!