“¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?” (Lucas 7, 31).
Jesús esta lanzando una mirada sobre los hombres y las mujeres de Su época, de aquellos que estaban viviendo Su presencia en el medio de ellos. Él da el ejemplo de los niños que se sentaban en la plaza y se dirigían a los amigos tocando flautas, pero nadie bailaba, lamentaba, lloraba; en otras palabras, nadie se importaba, para decir que incoherencia tenía Su generación.
Primero vino Juan Bautista con toda la predica, con toda la vida evangélica, vivida en aquella dureza y radicalidad que él vivía.
Juan no bebía bebidas alcohólicas, era realmente un hombre disciplinado. Vivía en el desierto, comía solo los alimentos esenciales, pero decían: “Juan esta poseído por un demonio”. Vino entonces Jesús, ya que el problema era comer y beber. Jesús tenía una vida sobria, pero vivió el común con los hombres, se sentaba a la mesa con ellos, iba en la comidas en la casa de pecadores, de fariseos, en la casa de todos; caminaba con ellos y decían: “Él es un comilón, un beberrón, es amigo de los publicanos y pecadores”.
Para quien no quiere cambiar de vida y convertirse, para quien no quiere salir de su vida cómoda o de sus comodidades, todo es disculpa, justificación para ocultar las propias incongruencias e incoherencias que están dentro de sí. Basta ver que nosotros fácilmente criticamos, rotulamos, vemos los problemas de los demás, pero estamos siempre amenizando todo lo que es sobre nosotros.
Para quien no quiere cambiar de vida y convertirse, todo es disculpa
Basta ver que en nuestros compromisos, estamos siempre prorrogando, dejando para después nuestro relación con Dios y con las cosas de Él. Amamos mucho a Dios, Él es todo para nosotros, pero no queremos compromiso porque tenemos otras cosas más importantes para cuidar.
Es el retrato de la incoherencia, de la vida que no resuena con aquello que habla y piensa. Es el retrato de la generación de la época de Jesús, es el retrato muchas veces de nuestra generación tan acomodada y aficionada en nuestra vida personal e individualista, cada uno cuidando de sí y lamentando lo que ocurrió con los demás, lamentando muchas tragedias, males, muchas cosas ocurriendo y poca relación para cambiar el mundo, la sociedad; poca relación en la propia causa del Reino de los Cielos. Para hablar, criticar y comentar no faltan personas; pero para ser coherente, son poco, solo quien tiene comprometimiento con una vida sera con Jesús.
¡Dios te bendiga!