“Cuando oréis, no uséis muchas palabras como hacen los paganos. Ellos piensan que serán oídos por la abundancia de sus palabras” (Mateo 6, 7-15).

Vida de comunión

Hermanos y hermanas, hemos escuchado a Jesús establecer un contraste entre cantidad y calidad. Y es mucho más importante la calidad que debemos dar a nuestra oración. ¿Qué significa esto? No significa que debamos ignorar la cantidad. Debemos orar mucho, sí, debemos ponernos mucho y constantemente en la presencia del Señor, buscar una vida de comunión con Él.

Pero esta vida de comunión, esta búsqueda, la vida de oración debe estar siempre marcada por la calidad. ¿Y qué es la calidad? Es lo que escuchamos aquí: “Ellos piensan que serán oídos por la abundancia de sus palabras, pero no son las muchas palabras”. Después, sabemos que, a continuación, tendremos la oración del Padre Nuestro, que orienta nuestro corazón totalmente hacia el Padre.

“Padre Nuestro que estás en los cielos…” No decimos padre mío, sino nuestro. Entonces, nos ponemos en oración como hermanos, hacemos peticiones, nos ponemos también en la voluntad de Dios.

Debo decir una realidad –sobre todo en este tiempo que estamos viviendo, el tiempo jubilar, en el jubileo de la esperanza–, que la oración es una escuela de esperanza.

Entonces, en Cuaresma, no debemos olvidarnos de la fe, no debemos olvidarnos de la esperanza, no debemos olvidarnos de la caridad. Las virtudes teologales que están presentes en nosotros y la oración nos ayudan a crecer en estas realidades, sobre todo en la virtud de la esperanza.

Debemos repetir, en el día de hoy, que la oración es escuela de esperanza. Si te encuentras desesperado, si te encuentras desanimado, sin expectativas, incluso sobre ti mismo, ¡recuerda que ya comenzó la Cuaresma! Si ya has fallado, si has tenido algunas dificultades y estás un poco desesperanzado, entonces, mediante la oración, esto puede mejorar. No te rindas.

Si no has logrado cumplir un propósito, retómalo, vuelve de nuevo y comienza a ponerte en la presencia del Señor sin miedo.

Recuerda esto: la oración es escuela de esperanza. La Cuaresma existe no para reprocharte que no consigues cumplir los propósitos. Y, una vez más, he llegado a este tiempo en el que voy a decir que voy a hacer una cosa, pero, dentro de unos 10 días, no lo voy a conseguir de nuevo. No es ese el objetivo.

El objetivo es que crezcas en santidad, crezcas en el amor a Dios y seas una persona mejor.

La oración es escuela de esperanza. ¿Por qué debemos decir esto? Porque, cuando nos sentimos abandonados –el Papa Benedicto XVI incluso decía: cuando parece que nadie más nos escucha, Dios todavía está ahí y nos escucha–, en los momentos sombríos, en los momentos de depresión y ansiedad, cuando las personas nos abandonan, cuando somos traicionados, Dios todavía está presente, aunque no lo percibamos.

Dios estaba presente mientras Jesús sufría en la cruz, cuando el Hijo moría, Él también estaba allí presente. Y, en el futuro, viene la experiencia de la resurrección, de una vida para siempre, en realidades grandiosas. Entonces, no debemos tener miedo en los momentos de oscuridad, en los momentos de sombra, porque Dios está allí presente, y Él es luz que ilumina nuestro camino y nuestros pasos.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!