29 Jul 2019

Profesemos nuestra fe en el Señor

“Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa” (Jn 11, 20).

Hoy, en la liturgia, tenemos la alegría de celebrarnos Santa Marta: la hermana de Lázaro y María. Marta, en su casa, en Betania, tenía la gracia de recibir y servir al Señor.

Muchos piensan que María era más santa que Marta y que Jesús no dio importancia para ella. Por el contrario, Marta es la gran amiga de Jesús; y amigo es aquel que podemos corregir y hablar de todo corazón.

Jesús llama atención de Marta: “Te preocupas con muchas cosas”, es porque Marta era muy amorosa, preocupada en dar lo mejor para el Maestro, por eso, el Señor quiso enseñar cual es la forma de darnos lo mejor para Él. Esta forma María ya había hecho: elegir estar a los pies y escuchar el Señor.

En el Evangelio de hoy, acompañamos el drama de la muerte de Lázaro, donde Jesús va llorar la muerte de su amigo. Marta se adelanto; ella fue al encuentro del Maestro, mientras que María quedo llorando, pero Marta fue atentamente atender a Su Señor. Ella fue escucharlo, presentar sus dolores y sufrimientos: “Señor, si estuviera aquí mi hermano no había muerto”.

Ella sabía quien era Jesús, sabía que Él era el Señor de la vida. Marta es aquella que cree que Jesús es el Hijo de Dios, Aquel que debería venir al mundo. Marta esa aquella que profesa su fe en el Señor; ella no mantiene solo una amistad con Jesús en el nivel humano. Ella sabía que Jesús era divino y salvador.

Necesitamos crecer en la mística de la relación, de la fe, de la confianza, de la acogida de Jesús en nuestra vida

Como necesitamos, en nuestra espiritualidad, crecer en la intimidad del Señor, tener amistad con Él, pero crecer en la mística de la relación, de la fe, de la confianza, de la acogida de Jesús en nuestra vida en todas las situaciones. Amigo es aquel que viene a nuestro encuentro o nos pone en la casa de él en todo lo que vivimos.

En la alegría de esta pasaje, Jesús pasaba varias veces allí, y Marta lo acogía. Y, en un momento de profundo dolor, su hermano murió y Marta se puso nuevamente a los pies de Jesús para poder escucharlo y profesar su Fe y su amor por el Maestro salvador, Jesús el Señor.

Hoy, como Marta, queremos profesar nuestra fe en el Señor. Como Marta queremos creer que Jesús es nuestro consolador. En la alegría, en la tristeza, en la salud, en la enfermedad, en la vida y en la muerte, pertenecemos a Jesús y profesamos: “Tu es nuestro maestro y Salvador”.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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