“Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades” (Mt 9, 35).
La acción Jesús en nuestro medio es anunciar el Evangelio, es predicar la Palabra de Dios, es curar nuestras enfermedades. Es por eso que el Reino de Dios esta en nuestro medio, porque la Palabra tiene poder de cura, tiene poder de resurrección, tiene poder de liberación. Es por eso que nosotros necesitamos escucharla, necesitamos llenarnos de ella, necesitamos volvernos, de todo el corazón, para la Palabra del Señor, para que ella entre en nosotros, para que ella esté impregnada en nosotros, para que nosotros la llevemos también a los corazones enfermos, sufridos, dañados, dilacerados y en la tinieblas.
Jesús dio a los Suyos el poder de expulsar los demonios, los espíritus malignos; Jesús dio poder de cura, porque es en la Palabra de Él que el Reino ocurre.
Recurra a tu familia con la fuerza de la Palabra de Dios, porque Él quiere familias curadas y libertas en Su nombre
¡Mira para tu casa, mire para tu familia..Cuantas palabras malditas son proclamadas en tu casa, peleas, confusiones, imperativos que viene de películas, de novelas y de mentalidad mundana! Por eso que nuestra familia no es curada, no es liberta; y, muchas veces, no vive en la gracia porque hubo muchas cosas malditas de este mundo.
Antes de recurrir cualquier lugar para anunciar, para proclamar, para hablar de Jesús, recurra tu propia casa, el espacio que ella tiene, los cómodos que ella tiene, y proclame la Palabra de Dios en tu casa, proclame la Palabra de Dios en la habitación de tus hijos, proclame la Palabra de Dios en tu habitación.
¡Que bendición es el matrimonio basado en la Palabra de Dios! ¡Que bendición es el matrimonio donde el marido, mujer, donde los esposos se alimentan, se nutren de la Palabra de Dios! Es un matrimonio curado, es un matrimonio sanado, es un matrimonio sano, las fuerzas malignas no entran en este hogar, no entran en esta casa, porque ella esta rodeada por la Palabra. Pero necesitamos reconocer que nuestros matrimonios, muchas veces, son débiles, y muchos, incluso, están enfermos. Es necesario reconocer que nuestras familias están frágiles. ¿Y dónde ellas se fortalecen? No tengo otro remedio para darte, que no sea lo que Jesús dio para los Suyos. Él recurria las ciudades, los poblados, si pudiese, en las casas él entraba; donde estaban los enfermos, para llevar la fuerza de la Palabra de Dios para expulsar aquellos espíritus malignos, perversos, engañadores que tu estas viendo, muchas veces, esta invadiendo nuestras casas.
Los espíritus malos que causan intriga, chismes, gritos, acusaciones, aquellos espiritus terribles que llevan las personas, dentro de la propia casa, a vivir en el resentimiento, en la tristeza, en el rencor, en la acusación de uno contra el otro. Estos espíritus necesitan ser exorcizados y expulsos de nuestras casa. Por eso, como Jesús recurrió Sus ciudades y poblados, por favor, haga en tu casa, recurra a tu familia con la fuerza de la Palabra de Dios, porque Dios quiere familias curadas, sanadas y libertas en Su nombre.
¡Dios te bendiga!
