“¿Qué quieres con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé que tú eres el Santo de Dios” (Marcos 1,24).
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¡Volvamos, hoy, al Tempo Común en la Iglesia, mis hermanos! Tiempo Común que, en realidad, es un tiempo extraordinario, porque Jesús Cristo esta en nuestro medio. Entonces, todo los días, para nosotros son extraordinarios, porque la gracia de Dios esta con nosotros.
Y, en el Tiempo Común, Cristo esta presente como Maestro, porque la Palabra de Dios dijo que Jesús estaba en la sinagoga. Jesús estaba enseñando para los Júdios — la llamada “escuela sinagogal” era muy importante. La sinagoga era un lugar donde los Júdios reflexionaban y estudiaban la Palabra de Dios y se dejaban formar por ella.
La sinagoga nació en el tiempo del exilio del Babilonio, cuando el pueblo de Dios fue quitado de su tierra y llevado para una tierra extranjera. Y allá, para que ellos pierdan, en el corazón, el amor a Dios y su acto de adoración, comenzaron a reunirse para reflexionar y estudiar la Palabra, y justamente para dejar viva la memoria de la intervención de Dios en la historia de aquel pueblo. Y entonces surgió la sinagoga, como ese lugar de aprender sobre Dios.
Jesús esta en la sinagoga, justamente con sus hermanos, aprendiendo de Dios y enseñando sobre Él. Porque, en realidad, el buen maestro es aquel también que se pone con humildad para aprender. Nuestro Señor nos enseño eso.
Haga de la Palabra de Dios un diario para tu vida, un diario espiritual
En la sinagoga, el efecto de Su Palabra, ¿cuál es? La liberación del demonio, la expulsión de satanás del corazón del ser humano. ¡Mira el poder de la Palabra!
Cuando pasar por una tribulación, una tentación, una provocación, coge la Palabra de Dios, reza con ella, proclama en la situación que tu vives, haga de la Palabra de Dios un diario para tu vida, un diario espiritual — nos enseño Monseñor Jonas Abib hacer un diario espiritual. Todos los días, dejar que nuestro corazón tenga contacto con la Palabra de Dios.
El demonio nos dice: ¿Qué quieres con nosotros?”. Son muchos los espiritus del mal contra la obra de Dios, son muchos los espiritus malignos que quieren apartarnos de Él, peor el mal ya tiene en la pregunta su respuesta: “¿Has venido a destruirnos?”. Sí, Jesús se manifesto para destruir las obras de las tinieblas, porque el mal no se ausenta.
Mira, hasta el demonio ya sabe cual es la finalidad de la presencia de Jesús en el mundo, hasta el demonio sabe que Él ha venido para destruir sus obras. Muchas veces, ignoramos esta verdad, muchas veces nosotros no creemos en esta verdad de que Jesús se manifesto para destruir las obras del mal.
¡Cuantas veces somos negativos, cuantas veces somos pesimistas, cuantas veces imaginamos que las estructuras de ese mundo van un día poder vencer Nuestro Señor! Cuantos de nosotros perdemos, muchas veces, la esperanza de realmente creer que cielos y tierras pasarán, pero la Palabra de Dios no va pasar jamás. El mundo puede hacer mucho ruido, satanás puede hacer mucho ruido, pero la palabra final pertenece a Nuestro Señor.
En el final del Evangelio, Él nos habla: “Cállate”, es decir, Jesús amordazo satanás, la única voz a ser oída es la voz de Cristo, y esta permanecerá para siempre.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
