“Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas” (Lc 13, 19)
Ya tuve la gracia de coger un grano de mostaza y poner en la palma de la mi mano. En la textura de mi mano, él prácticamente desapareció, por ser tan pequeño ese grano; e incluso insignificante porque muchas personas ni le gustan de mostaza.
El hecho es que tu coges semillas y tiras ella sobre la tierra, la cultiva, ella crece y se convierte una gran árbol frondosa, donde los pájaros quedan en ella, pero era un grano de mostaza que no significaba nada.
Ya vi persona que nadie daba nada por ella, era insignificante en la vida: ella creció, se dedico, se convirtió una persona de valor, y nadie daba nada por ella. Como nadie da nada, tal vez, para un ovulo y un espermatozoide que se unan y allí forman, una nueva vida; pequeño, parece que no significa nada para algunos, incluso desprecian. Que dureza, pero es la vida plena que esta allí.
Si buscamos algo grande en la vida, espero que no sea por el sentimiento de grandeza, pero que sea por sentimiento de dedicación, de lucha, sea por el sentimiento de crecer para convertirse cada vez mejor. Valorice el pequeño de cada, valorice el grano de mostaza de cada día, valorice las cosas que aprecen incluso insignificantes, valorice lo que muchas veces parece incluso despreciable.
La Palabra de Dios esta nos llamando a prestarnos atención en las pequeñas cosas
Aprenda a vivir las pequeñas cosas, aprenda a valorizar las cosas que aparecen incluso insignificante. Aprenda a leer y respetar incluso un árbol pequeña que tu encuentras en el camino de tu casa.
Quiero volver para esta parábola de hoy, para llamar la atención de los padres, ya que la Palabra de Dios forma y enseña. Padre y madre, nada que viene de un hijo es insignificante. De un llanto, una lagrima, una desatención, el niño que esta en un rincón y no se comunica, parece una cosa pequeña, pero nada es pequeño, todo tiene una insignificancia, una importancia, un porque de ser.
Aquel que es el verdadero pesquisador en la ciencia, es aquel que presta atención en los mínimos detalles, y el mínimo detalle, el más insignificante y donde esta, muchas veces, el camino de la cura, de la descubierta de este o de aquel remedio en la medicina.
En la vida humana es así, un dolor que parecía insignificante se convirtió una cosa aturdidor, un erupción que no era nada, de repente, era un cáncer, pero una cosa en la cual no he dado atención, tal vez, sea más importante.
La Palabra de Dios esta nos llamando a prestar atención en las pequeñas cosas porque ellas van convirtiéndose grandes y cuidadas con la importancia que damos a ellas.
¡Dios te bendiga!