En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis” (Mateo 10, 7-15).
Mensaje de esperanza
Dense cuenta, mis hermanos y mis hermanas, de que en estos días el Señor ha estado mostrando la autoridad que Él da a los discípulos sobre las enfermedades, sobre los espíritus malignos y la gracia de anunciar el Reino de Dios. Es decir, la urgencia con que el mundo necesita recibir la Palabra de Dios, el anuncio del Reino de los Cielos, en el versículo 7 de este evangelio: “¡Proclamen! ¡El Reino de los Cielos está cerca!”.
El anuncio del Reino de los Cielos
La misión, hermanos míos, comienza con el anuncio de la presencia de Dios en medio del pueblo. El evangelizador es el mensajero de la esperanza. Tu necesitas guardar eso. ¿Qué le han estado llevando a la gente? ¿Tristeza? ¿Palabrería? ¿Chismes? ¿Juicios? ¿O han sido un mensajero que lleva la esperanza?
llevando la seguridad de que Dios está actuando, hermanos y hermanas mías, ante los problemas que el mundo está viviendo, y en vez de proclamar “Dios está con nosotros, caminando a nuestro lado”, vivimos una falta de fe, vivimos un enfriamiento espiritual, vivimos un enfriamiento del amor y de la caridad, donde Dios está siendo olvidado. ¡No! Ustedes necesitan ser misioneros, evangelizadores que apuntan la esperanza.
El Papa Francisco, en este año jubilar, nos habla sobre la esperanza.
Palabra y gesto concreto
El versículo 8 nos habla de la acción concreta que acompaña al anuncio, es decir, quien anuncia, quien proclama la Palabra de Dios, cura a los enfermos, resucita a los muertos, purifica a los leprosos, expulsa a los demonios.
La misión no es solo palabra, sino también gesto, es cuidado. La evangelización verdadera implica sanación, liberación y acogida. No pueden olvidar esto: la acogida es lo más importante, porque quien se siente acogido, se abre a la gracia de Dios y ve su vida transformada.
La gratuidad en la Misión
Termino con el versículo número 8, la gratuidad en la misión: “lo que han recibido gratis, denlo gratis”. Es decir, el don de la fe y de la misión no es un mérito personal, sino una gracia recibida que debe ser compartida con humildad y generosidad.
Que el Señor le dé esa gracia, una invitación a evangelizar sin intereses personales ni búsqueda de recompensa.
Lo que han recibido gratis, también deben darlo gratis.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!