02 Dec 2018

Preparamos nuestro corazón para la venida del Señor

Nuestra fe cristiana, sobre todo, en el tiempo del Adviento, prepara nuestro corazón para tener siempre la feliz expectativa de la venida del Señor

“Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre” (Lc 21, 36).

Ese primero domingo del Adviento trae lo que la Palabra de Dios nos habla sobre los acontecimientos finales de la historia de la humanidad, sacudiendo en toda la estructura del universo, donde la Tierra sacudida con tantas situaciones catastróficas.

Cuando escuchamos hablar de todas estas cosas, muchas veces, el miedo y la angustia se apodera de nuestro corazón. Pero, debo ser el contrario, delante de la advertencia de muchas cosas trágicas que pueden suceder y están sucediendo en el mundo donde estamos. Nuestra cabeza tiene que estar levantada, confianza en Aquel que es el Señor de nuestra vida.

Las señales de tristezas que ocurren en el mundo, prefigura una proximidad de la venida del Señor. Eso no quiere decir que el Señor esta llegando mañana, después de mañana, pero que, en breve de Dios, Jesús regresara con poder y gloria para salvar y rescatar los Suyos.

Nuestra fe cristiana, sobre todo, en el tiempo del Adviento, prepara nuestro corazón para tener siempre la feliz expectativa de la venida del Señor. El Señor, que ya vino en Su primera venida, por eso que celebramos la Navidad, el Señor que viene a nuestro encuentro por los sacramentos, por la vivencia de la caridad, por el amor fraterno; y el Señor que vendrá en su venida gloriosa y definitiva.

Esta expectativa no puede salir de nuestra alma y de nuestro corazón y no puede transformarse en una ansiedad enferma, donde comenzamos a fantasear o crear predisposiciones que no son verdaderas. Y, es ahí que comienza aquellos cálculos, las interpretaciones de textos bíblicos, de acontecimientos, de profecías, estas preocupaciones no deben tomar cuenta de nuestro corazón.

Nuestra espera por la venida del Señor es una espera sobria; es una espera tranquila y confiamos que nos pone en estado de santidad. ¿Cómo es que aguardamos la venida del Señor? Quedando atentos y rezando a todo momento. Es la oración que nos mantiene de pie delante del Señor que vino, que esta entre nosotros y del Señor que vendrá. Es la oración que nos mantiene en el espíritu vigilante para no perdernos en la insensatez de la vida, para no nos perdernos en la embriaguez, en el exceso del comer y con las cosas de este mundo. Es la oración que nos mantiene en la vigilancia constante, para combatir el mal y el pecado. Es en la oración que somos abastecidos y tenemos fuerzas para quedar de pie delante de aquel que vendrá y delante de las circunstancias trágicas que todos nosotros enfrentamos en la vida.

“Viene, Señor Jesús. Maranathá”, es el grito de nuestro corazón, es el clamor de nuestra alma en la feliz expectativa del Señor que viene. Nosotros lo esperamos con el corazón vigilante, rezando, esperando que Él venga a nuestro corazón.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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