“Jesús ha visto dos barcas paradas en la orilla del río. Los pescadores habían desembarcados limpiaban las redes. Subiendo en una de las barcas, que era de Simón, pidio que se apartase un poco de la orilla. Después, sentó y de la barca enseñaba las multitudes. Cuando termino de hablar, dijo a Simón: ‘Avanza para las aguas más profundas y lanza vuestras redes para la pesca’. Simón respondió: ‘Maestro, nosotros trabajamos toda la noche y nada pescamos, pero, en atención a su palabra, voy lanzar las redes’. Así hicieran y consiguieron una cantidad de peces, que las redes se rompían” (Lucas 5, 1-11).
Jesús esta presente
Hermanos y hermanas, la barca de Pedro a menudo representa la Iglesia. Es en ella que Jesús entra, en ella Jesús predica para la multitud y, por medio de ella, realiza el milagro que nosotros hemos visto en el día de hoy de la pesca abundante.
Pedro, que se convertirá el lider de los apóstoles, representa el liderazgo de la Iglesia, el Papa; y Su barca representa el espacio donde Cristo actúa de forma central. Entonces, cuando hablamos de realidades eclesial, debemos entender que las realidades eclesial, es decir, de Iglesia, son siempre realidades cristocéntricas. ¿En que sentido? Tiene el Cristo en el centro. Entonces, Jesús esta presente en la barca de Pedro.
Somos parte de la barca de San Pedro
Cuando las redes, hermanos y hermanas, se llenan al punto de romperse, Pedro hace una señal a los compañeros de la otra barca, para que vengan ayudar, y ambas quedan llenas de peces, casi al punto de hundir. Entonces, ¿lo que vendrá a ser esta otra barca? El hecho de Pedro necesitar de la ayuda de otra barca, que no es de Pedro, destaca la necesidad que tenemos de colaboración mutua entre nosotros, de comunión, en el anuncio del Evangelio.
La misión no es exclusiva de un solo, pero exige el trabajo conjunto de todos los que siguen Jesucristo. Todos nosotros, somos parte de la barca de San Pedro, todos nosotros somos hijos de la Iglesia.
Entonces, que, en este día, seamos guiados por esta realidad misteriosa que nos alcanza, que nos salva, que nos transforma.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!