Solo nace un hombre nuevo cuando permitimos que el hombre viejo muera a cada día
“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).
El grano necesita caer por tierra, él necesita morir para florecer, para que de él venga el fruto que necesitamos. Somos un grano de trigo lanzado de ese mundo, y la propria vida nos muestra que necesitamos morir en cada época, en cada etapa de nuestra vida.
Aquel niño que yo era “murió”, quedaran los valores de una época maravillosa en mi vida, pero no pude quedar preso en mi ser niño, no pude quedar jugando de carro todo el tiempo. Yo tuve que dejar morir para las cosas que me gustan. Después fui quedando adolescente, y aquel adolescente también fui muriendo para que ese hombre pudiera nacer. En la edad en que estoy, yo reconozco que necesito dejar morir muchas cosas en mí, para que el hombre nuevo florezca.
Hay una cosa que necesita morir en nosotros en todas las etapas de nuestra vida, desde el bebé que nace hasta el anciano, necesitamos dejar que morir en nosotros el egoísmo. Un niño no puede ser egoísta, una madre no puede cultivar el egoísmo de un niño, como el anciano también no puede ser egoísta.
El egoísmo viene por medio de varías fantasías, fantasías del orgullo, de la soberbia, de las ventajas proprias y de las vanidades. Solo nace un hombre nuevo cuando permitimos que el hombre viejo muera a cada día.
No tengamos miedo de morir para la envidia, para los celos, no tengamos miedo de morir para aquel sentimiento malo que teníamos en relación a aquella persona, que creció, se apoderó de nosotros y nos hizo una persona rabiosa, orgullosa y amarga. Es necesario morir el amargo, el resentimiento y la tristeza.
Solo soy un hombre nuevo, cuando dejo morir lo que es viejo en mí. Que caiga todos los días por tierra ese grano de trigo, para que nazca un hombre nuevo. Que tu seas una mujer nueva a cada día, no tengas miedo de morir para tu orgullo, solo tenga miedo de morir una persona orgullosa, porque en el Reino de los Cielos no tiene lugar para el orgullo.
Que muera a cada día estos sentimientos depravados de orgullo que nos ciegan y entorpecen nuestra vista, nuestra vida y nuestra mente. Que caiga por tierra y nazca siempre un hombre nuevo a cada día.
¡Dios te bendiga!