“Si ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo pusieron. Ahora vayan a decir a los discípulos, y en especial a Pedro, que él se les adelanta camino de Galilea. Allí lo verán, tal como él les dijo” (Mc 16, 6 – 7).
Estamos en el sábado del silencio, en el sábado de la expectativa, en el sábado de la esperanza, y la esperanza debe mover nuestros corazones todos los días. Silenciamos para esperar, y nuestra esperanza es en Dios.
Dios no deja sin respuesta ninguna de nuestras expectativas humanas, Él responde todas ellas, solo no va responder, tal vez, con la expectativa humana que tenemos, pero Él responde con la gracia divina, con Su poder y Su amor.
Por eso, hoy, en el Sábado Santo, nos volvemos para el señor, pongamos en Jesús todo lo que nuestro corazón mucha anhela y espera. Ojos fijos en Dios, dejemos que Él nos responda y nos muestra el camino, dejemos que Él sorprenda lo que mucho esperamos.
La luz de Cristo que ilumina las tinieblas de toda la humanidad
Después de tanto dolor y de sufrimiento, después de todo lo que Cristo sufrió, fue humillado, Sus discípulos no sabían lo que esperar, ellos no sabían donde encontrar luz para toda aquella situación de oscuridad y tinieblas que engendra toda la humanidad con la Pasión del Señor.
Cristo Jesús vino al mundo como Luz, y Él ilumina las situaciones más oscuras de nuestra humanidad, por más oscuro que este nuestro corazón, por más que las tinieblas cubran la Tierra, es en Cristo Jesús que encontramos la luz.
Celebramos, hoy, la Vigilia Pascual para encontrarnos con la luz. Es por eso que esa es la celebración de la luz, el fuego nuevo, la luz que ilumina nuestras iglesias, pero es la luz de Cristo que ilumina las tinieblas de toda la humanidad.
Vamos, hoy, al encuentro del Resucitado, para que Él ilumina las tinieblas de nuestro corazón; vamos al encuentro del Resucitado, para que Él pueda traer luz para todas las tinieblas de nuestra alma. Dejemos que la luz de Cristo brille sobre nosotros, permitamos que la luz de Cristo pueda traer luz nueva para nuestra vida.
Celebremos el Resucitado, buscando en Él una vida nueva, expectativas nuevas, pero que ninguna de nuestras expectativas huya del corazón de Dios, porque, por más oscuras que sean las situaciones, la luz de Dios ilumina todas las tinieblas de nuestra alma.
¡Dios te bendiga!