01 Apr 2019

Permitamos que la fe guie nuestra vida

Necesitamos abrazar la fe, vivir de la fe y dejar que ella nos guie y nos salve

“Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo” (Jn 4, 47).

Quiero llamar la atención para el hecho de que Jesús esta volviendo para Caná de la Galilea. Fue en este lugar que Jesús realizo Su primer señal publico, cuando transformo agua en vino.

Jesús es el Señor de la naturaleza, y ella es sumisa a Dios, porque todo vino de las mano de de Él. Cuando Él transforma agua en vino, Él no esta haciendo una mágica, Él esta mostrando para que Él vino: para transformar nuestra humana tan pecadora y corrompida por el mal del pecado. Él vino para renovarla, santificarla y sanarla.

Ese funcionario del rey tenia su hijo y enfermo, ya casi muriendo, y fue suplicar para Jesús en favor de su hijo.

Yo quería llamar bastante atención sobre el papel de ese padre. Él no esta yendo como funcionario del rey, él no esta yendo a partir de la influencia politica y social que puede tener, por el contrario, él esta yendo con toda la humildad de corazón y con toda la humillación de su alma.

Mismo con todo poder que él tenía, no podía hacer nada por su hijo, que no sea suplicar a Jesús que hiciera algo por él, que actuase en la naturaleza de él que esta enferma, padeciendo y casi muriendo.

Queremos suplicar a Jesús por nuestra naturaleza humana pecadora, nuestra naturaleza humana enferma y caída. Necesitamos de Jesús, necesitaos buscarlo con todo ardor y fe de nuestro corazón, para que Él intervenga y ayude nuestra debilidad. Muchas veces, no buscamos solo para nosotros; el padre que busca por su hijo se da cuenta claramente de su limitación humana.

Tomamos consciencia de los limites que tenemos, nos postramos delante de la presencia de Jesús, porque Él todo puede. Cuando el Señor concedió la gracia a ese hombre, él y toda su familia abrazaran la fe, abrazaran Jesús, el Evangelio y el Reino de Dios.

Necesitamos, con toda nuestra casa, abrazar el Evangelio y el Reino de Dios para que Dios haga Su gracia ocurrir en nuestra casa y en nuestra familia.

Nuestra casa y nuestra familia no necesitan más de algo tan importante como necesitamos de la fe. Necesitamos abrazar la fe, vivir de la fe y dejar que ella nos guie y nos salve; dejar que nuestra casa, nuestra familia y nuestros hijos sean salvos por la fe en Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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