15 Jan 2022

¡Permita que el médico Jesús cuide de ti!

“No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc 2, 17).

Jesús hace una constatación: el corazón del ser humano esta enfermo; necesita de médico y de remedios. Mi corazón y él tuyo están enfermos. La enfermedad mayor es la de pretender salvarse solo; de no contar con la gracia de Dios. Quien se considera muy justo esta con el corazón enfermo.

Fue ese el escenario que Jesús encontro cuando Él llama a Levi de aquella que recoge impuesto; y las personas que están alrededor comienzan a juzgar porque Jesús entra en la casa de aquel hombre; y no solo la casa física, y sí la casa del corazón.

Existen dos tipos de personas: las que se reconocen pecadoras y aquellas que piensen ser muy perfectas. Las primeras pueden convertise, cambiar de vida, cuando abren el corazón para Dios. Ya las que piensan ser muy justas son imposibles, ni el Señor consiguió esto: entrar en aquellos corazones endurecidos que pretendían salvarse solos; que querían seguir un camino de autorrealización; pero no confiaban en Dios. Fue eso que Jesús encontro, cuando estaba allí en aquella escena con el Levi, un pecador publico, que se dejo tocar por la mirada amoroso de Jesús.

Abramos nuestro corazón y nuestra vida para que entre el Médico de nuestra alma, Jesús, para que nos cure

De un lado aquella realidad dura de los fariseos, Maestros de las Leyes, que no aceptaban que Jesús pudiese construir un camino de amor, de fraternidad con una persona pecadora. Y, muchas veces, nosotros somos así, pensamos que el Señor Jesús y la gracia de Dios no pueden habitar en determinados corazones; nosotros predeterminamos que estas personas no son destinadas al amor de Dios; las juzgamos  y condenamos, y fue eso que Jesús encontro de un lado.

Pero del otro lado, cuando Jesús encuentra el corazón abierto de Levi, que esta dispuesto a una vida nueva, Jesús puede ser médico para él, cura las heridas de él, Él puede poner remedio y bálsamo en estas heridas y comenzar con Levi una bellísima historia de amor, comenzar con él una historia de fraternidad y de comunión.

“No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos”. Tal vez, hoy, mi corazón y el tuyo estén enfermos; y nosotros necesitamos del médico Jesús. Abramos nuestro corazón y nuestra vida para que entre ese Médico de nuestra alma, para que nos cure, perdone nuestros pecados, nos purifique y nos lleve para el don de una vida nueva.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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